lunes, 2 de noviembre de 2009

Sculpture: Bini. Africa. Part 1, Escultura: Bini. Africa. Parte 1










The Benin Empire or Edo Empire (clic here Wiki) (1440–1897) was a pre-colonial African state of modern Nigeria. It is not to be confused with the modern-day country called Benin (and formerly called Dahomey).

Origin


According to one traditional account, the original people and founders of the Benin Empire, the Bini, were initially ruled by the Ogisos (Kings of the Sky). The city of Ubini (later called Benin City) was founded in 1180 AD.

About 36 known Ogiso are accounted for as rulers of the empire. One oral tradition states that during the reign the last Ogiso, his son and heir apparent Ekaladerhan was banished from Benin as a result of one of the Queens changing a message from the oracle to the Ogiso. Prince Ekaladerhan was a powerful warrior and well loved. On leaving Benin he travelled in a westerly direction to the land of the Yoruba. At that time the Ifá oracle said that the Yoruba people of Ile Ife (also known as Ife) will be ruled by a man who would come out of the forest. Following Ekaladerhans arrival at the Yoruba city of Ife also known as Ile Ife, he finally rose to the position of the Oba (meaning 'king' or 'ruler' in the Yoruba language) and later received the title of Ooni of Ife. He changed his name to 'Izoduwa,' (which in his native language meant, 'I have chosen the path of prosperity') and became The great Oduduwa, also known as Odudua, Oòdua and Eleduwa, of the Yoruba. On the death of his father, the last Ogiso, a group of Benin Chiefs led by Chief Oliha came to Ife, pleading with Oba (King) Oduduwa to return to Benin to ascend the throne. Oduduwa's reply was that a ruler cannot leave his domain but he had seven sons and would ask one of them to go back to Benin to become the next King.

Note: there are other versions of the story of Oduduwa. Many Yoruba often attribute Oduduwa as coming from a place towards the east of the land of the Yoruba peoples, however it tends not to be attributed to Benin City.

Oranyan (also known as Oranmiyan), one of the sons of Oduduwa and son of Oduduwa's Yoruba wife Okanbi, agreed to go to Benin. He spent some years in Benin before returning to the Yoruba lands before establishing his own Yoruba kingdom at Oyo. It is said that he left the place in anger and called it 'Ile Ibinu' (meaning, 'land of annoyance and vexation) and it was this phrase that became the origin of Benin city's former name 'Ubini'. Oranmiyan, on his way home to Ife, stopped briefly at Ego, where he impregnated Princess Erimwinde, the daughter of the Enogie of Ego and she gave birth to a son named Eweka.

During Oranmiyan's reign as Alaafin of Oyo, Eweka became the oba at Ile Ibinu. Oba Ewedo, an ancestor of Oba Ewaka I, changed the name of the city of Ile Ibinu to Ubini, which the Portuguese, in their own language, corrupted it to Benin or Bini. In 1440, Oba Ewuare, also known as 'Ewuare the Great', came to power and turned the city-state into an empire. Around 1470, he named the new state Edo.

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Yo, Bertolt Brecht, vengo de la Selva negra.
Mi madre me llevó a las ciudades
estando aún en su vientre. El frío de los bosques
en mí lo llevaré hasta que muera.

Me siento como en casa en la ciudad de asfalto. Desde el
principio
me han provisto de todos los sacramentos de muerte:
periódicos, tabaco, aguardiente.
En resumen, soy desconfiado y perezoso, y satisfecho al fin

Con la gente soy amable. Me pongo
un sombrero según su costumbre.
Y me digo: son bichos de olor especial.
Pero pienso: no importa, también yo lo soy.

Por la mañana, a veces, en mis mecedoras vacías,
me siento entre un par de mujeres.
Las miro indiferentes y les digo:
con éste no tenéis nada que hacer.

Al atardecer reúno en torno mío hombres
y nos tratamos de gentleman mutuamente.
Apoyan sus pies en mis mesas.
Dicen: «Nos irá mejor». Y yo no pregunto: «¿Cuándo?»

Al alba los abetos mean en el gris del amanecer
y sus parásitos, los pájaros, empiezan a chillar.
A esa hora en la ciudad, me bebo mi vaso,
tiro la colilla del puro, y me duermo tranquilo.

Generación sin peso, nos han establecido
en casas que se creía indestructibles
(así construimos los largos edificios de la isla de Manhattan
y las finas antenas que al Atlántico entretienen).

De las ciudades quedará sólo el viento que pasaba por ellas.
La casa hace feliz al que come, y él es quien la vacía.
Sabemos que estamos de paso
y que nada importante vendrá después de nosotros.

En los terremotos del futuro, confío
no dejar que se apague mi puro «Virginia» por exceso de amargura,
yo, Bertolt Brecht, arrojado a las ciudades de asfalto
desde la Selva negra, dentro de mi madre, hace tiempo.


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No os dejéis seducir: no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.

No os dejéis engañar
Con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.

No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.


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Poesía: Blake. William. Cantares de Experiencia. Parte 4. El Terrón y El Guijarro - El Pequeño Vagabundo - Jueves Santo

El Terrón y el Guijarro


"El amor no anhela complacerse a sí

mismo

ni por sí mismo se inquieta,

en cambio al otro da sosiego,

y construye un Cielo en la desolación

del Infierno."

Así cantaba un diminuto Terrón

de Arcilla

pisoteado por las patas del ganado,

pero un Guijarro del cañadón

murmuró estos versos apropiados:

"El amor sólo busca darse el gusto,

y encadenar al otro a su deleite,

se regocija con el desconsuelo ajeno,

y construye un Infierno a expensas

del Cielo."


El Pequeño Vagabundo


Querida madre, querida madre, qué

helada está la Iglesia,

pero la taberna es reconfortante,

agradable y cálida;

además, sé perfectamente dónde me

tratan bien,

aunque tal trato en el cielo nunca daría

resuItado.


Pero si en la Iglesia nos dieran un

poquito de cerveza,

y un buen fogón que reconforte

nuestras almas,

cantaríamos y rezaríamos la jornada

entera,

y ni una sola vez nos apartaríamos

de la Iglesia.


De modo que el párroco podría

predicar, beber y cantar,

y estaríamos todos felices como pájaros

en primavera;

y la pobre dama abandonada, que

siempre está en la Iglesia,

se libraría de niños peleadores,
de ayunos y de latigazos.


Y Dios, regocijado como un padre

que ve

a sus hijos tan afables y dichosos como

él mismo,

ya no tendría más querellas con el

Diablo o el Barril,

sino que lo besaría, y le daría tragos

y vestimentas.


Jueves Santo


¿Acaso es algo santo

en una tierra rica y fructífera

ver a bebés condenados a la miseria

y alimentados con mano fría y usurera?


¿Es este clamor tembloroso una

canción?

¿Puede ser llamado un canto de júbilo?

¿Con tantas criaturas miserables?

¡Esta es una tierra de pobreza!

Y su sol no brilla jamás,

y sus campos son páramos desnudos,

y sus senderos están plagados de

espinas:

el invierno eterno se impone allí.


Pues dondequiera que brille el sol,

donde sea que caiga la lluvia,

los niños nunca pasan hambre,

ni la pobreza espanta a la mente.



Poesía: Blake. William. Cantares de Experiencia. Parte 3. La Niña Perdida - La Niña Encontrada

La Niñita Perdida


En el porvenir

proféticamente veo

que desde el sueño la tierra

(grabaos bien hondo la frase)

se alzará y buscará

mansamente a su hacedor;

y el desierto salvaje

se volverá un sereno jardín.

En las tierras del sur

donde el primor del verano

jamás se desvanece,

yace la hermosa Lyca.

Con siete veranos de edad,

dijo la hermosa Lyca,

ya deambuló largamente

y oyó el canto de las aves silvestres.


"Dulce sueño, ven a mí

debajo de este árbol.

Si lloran el padre y la madre,

¿dónde podría dormir Lyca?

Perdida en el desierto salvaje

está vuestra pequeñita.

¿Cómo podría Lyca dormir

cuando llora su madre?


Si su corazón duele

dejad a Lyca despierta;

si mi madre duerme,

Lyca no va a llorar.


Cerrada, cerrada noche

sobre este desierto reluciente

que tu luna se levante

mientras mis ojos cierro."


Lyca yace dormida

mientras las fieras de rapiña

salen de cavernas hondas

y advierten a la doncella dormida.

El rey león se yergue

y a la virgencita observa,

luego brinca alrededor

sobre el suelo bendito.


Juegan leopardos y tigres

en torno de la que allí reposa,

mientras el viejo león

inclina su dorada melena.


Y el pecho de ella lame,

y sobre su garganta

desde sus ojos en llamas

caen lágrimas color rubí;


En tanto la leona

soltaba su vestidito,

y a la cueva llevaron desnuda

a la doncella durmiente.



La Niñita Encontrada


La noche entera, infortunados,

van los padres de Lyca

a través de valles profundos

mientras los desiertos lloran.

Exhaustos y desconsolados,

roncos de tanto gemir,

siete días tomados de los brazos

las sendas del desierto rastrearon.


Duermen siete noches

entre sombras profundas,

y sueñan que ven a su niña

famélica en la salvaje arena.


Apagada, sin rumbo,

deambula la figura imaginada,

hambrienta, llorando, endeble,

con un sordo grito plañidero.

Erguida sobre su desasosiego,

la temblorosa mujer se apresta

con los pies pesados de dolor:

ya no logra seguir adelante.


Él la toma en sus brazos

armado con su profundo pesar,

hasta que en medio de su camino

ven recostado a un león.


Era imposible dar marcha atrás:

pronto su pesada melena

los abate contra el suelo,

y después los circunda al acecho.


Olfatea a su presa;

pero sus temores apacigua

mediante el lamido de sus manos,

y queda en silencio a su lado.

Lo miran a los ojos

llenos de extrema sorpresa,

y maravillados contemplan

a un espíritu de oro revestido.


Sobre su cabeza, una corona;

desplegada por los hombros

fluctúa su cabellera dorada.

Todo los temores se les diluyen.

"Seguidme", les expresa;

"No lloréis por la niñita;

en mi recóndito palacio

Lyca descansa dormida."


Ellos lo siguen entonces

hasta donde la visión llevaba,

y vieron a su hijita durmiendo

junto a los tigres feroces.


Hasta este día todavía moran

en un solitario valle;

no temen el aullido del lobo

ni al león cuando ruge.