Ceremonia para
Tiempo de llamadas y de llamados a salir, a brindar,
Tiré la copa rota, terminé de romperla, no más perder en mí,
Tomo de la copas que nuevas elevan, son reclamos de la tierra, flores del hombre llenas de festejo, de ahí viene todo, lo que nada: elixir de bondad de madre,
Bébela.
Pasó el fuego y la expiación, aguantaste bien el castigo del invierno,
Camino seguro la braza en la noche de cenizas morirá indefectiblemente,
Déjala morir.
Abre los terrones ateridos, resquebrájate profundamente con el acero: que le entre aire al humus,
Remueve tus prisiones,
Reposaste ya.
Así apuré en campos del plexo, definir colores, rumbos de agua fluyendo, transparentes,
Liviano refresco que inunda en un vibrar de células nuevas,
Temperamentos,
Cuando el ego se medía con su enemigo gigante que en al agua se enamoró de si mismo y ya nunca más pudo,
Pobre Narciso desgraciado. A eso golpeaba.
Ceniza perdida, era minúscula,
Mata en ti ese crimen del ego también, entonces no: Ya mismo.
Nada somos, nada queremos.
Cultívate.
Ricardo Marcenaro
27 de agosto de 2009
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