El reflectante del piso, mi sombra, una aureola tirada en el piso para que mi sombra la recogiera.
Alguien estaba por protegerme de un suceso grave que pasé.
A veces hay señales que no entendemos a tiempo.
Tuvimos suerte, una aureola desparramada en una cinta en el piso llenó mi cabeza, protegió nuestros cuerpos, hizo que el suceso desagradable fuera muy rápido y sin más consecuencias que las materiales y con una gran riqueza de nociones: tenernos con la que amo, estar vivos, habernos protegido mutuamente en circunstancias que definen quién uno es realmente.
Hay días que tengo suerte y no me doy cuenta que la estoy recogiendo con una foto.
Buenos Aires. Hace unos días.
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