Estos helechos los traje de la provincia de Misiones, en Argentina, en un viaje que hice hace 38 años, tenía 17, toda la vida juntando plantas, estas de la selva.
A Misiones llegué porque en Buenos Aires había quedado en ir a bailar con una amiga que me encantaba, Lucrecia G., luego de nuestro arreglo la madre dispuso un traslado a esa provincia, ella me llamo excusándose que no podría, yo: que igual iríamos, ella: que estaría muy lejos, que cómo, yo: que mañana salgo, y así fue, a la mañana, mi padre que en un principio me quería “matar” me acercó con un taxi a la terminal de Retiro de trenes, 36 horas de viaje me esperaban.
La cosa que el sábado fuimos a bailar.
Me hospedé en lo de Freddy Tauren si mal no recuerdo el apellido o mal lo escribo, a la semana se fue mi amiga, me quedé 45 días, una gente maravillosa, una situación humana nueva y encantadora.
Debí volver pues mi padre empezó a complicarse del corazón, el medico me habló, un gran amigo nuestro, Gabino Peláez, que volviera, éramos muy apegados con papá, volví, se recuperó y disfrutamos siete años más de felicidad.
Todo eso es ese helecho y mucho más que podría contar, que por ahora no cuento y que contaré las que se pueden si se puede.
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