(Budismo tibetano, tradición del Sendero Breve.
El Camino Del Zen, de Alan W. Watts)
Nada de pensamiento, nada de reflexión, nada de análisis,
nada de cultivarse, nada de intención:
deja que se resuelva solo.
VINO DE HADAS
Me embriagué de aquel vino de miel
del capullo lunar de zarzarrosa,
que recogen las hadas en copas de jacinto;
los lirones, murciélagos y topos
duermen entre los muros o en la hierba,
en el patio desierto y triste del castillo;
cuando el vino derraman en la tierra de estío
o en medio del rocío se elevan sus vapores,
de alegría se colman sus venturosos sueños
y dormidos, murmuran su alborozo; pues pocas
son las hadas que elevan esos cálices tan nuevos.
Trad. M. Manent
A
La música, al morir en notas tiernas,
Continúa vibrando en la memoria;
Los perfumes, si enferman las violetas,
Reaniman los sentidos en que moran;
Las hojas libres, si la rosa muere,
Van a posarse sobre el lecho amado;
Y así, en tus pensamientos, cuando vueles,
Quedará el Amor mismo dormitando.
Trad. F. Maristany
HIMNO DE PAN
I
De las altas tierras y bosques
hoy venimos, venimos;
de las islas ceñidas de ríos,
donde, bravas, las ondas se callan,
escuchando mi flauta tan dulce.
Todo viento, en los juncos y cañas,
y la abeja en la flor del tomillo,
en arbustos de mirto los pájaros,
la cigarra en limeros subida,
los lagartos abajo, en la hierba,
más que Tmolus, el viejo, callaban,
escuchando mi flauta tan dulce.
II
El líquido Peneo fluía
y el Tempé estaba oscuro, a la sombra
del Pelión, que ya dominaba
el ocaso más rápido huyendo
por el son de mi flauta tan dulce.
Los silenos, silvanos y faunos
y las ninfas de ríos y selvas,
en la orilla de prados mojados
o en las cuevas que cubre el rocío,
y así todo el cortejo, callaban
por amor, como callas, Apolo,
envidiando mi flauta tan dulce.
III
Los danzantes luceros, cantaba,
y
y los cielos, las guerras enormes
del Amor y el Nacer y
Mudé luego mi canto: era un Ménalo,
en un valle -canté-: perseguía
a una joven y obtuve una caña.
¡Así engañan a humanos y dioses!
Se nos quiebra en el pecho y sangramos:
y lloraron. Y así lloraríais
si la envidia o la edad no os helaran,
al plañir de mi flauta tan dulce.
Trad M. Manent