martes, 6 de octubre de 2009

ricardo marcenaro bitácora. Al fin


Mi jardín de las delicias me lo construyo,

Manos y voluntad listas, sobre lo negro: luz,

Trazo la línea.


Mi residencia en el cielo la edifico, en la tierra,

Salmos y conjuros, mente que vibra, y llega,

Soy un vaso.


Nadie puede decirme cómo ni qué hago, lo dicho,

Desconciertos y atonías, incomplitudes, incluso para mí,

Las acciones.


En final así y todo habito este lugar, esta residencia,

Un techo redondeado de calota y costillares curvos, animado,

¡Ánimo!


Todo va sencillo, nadie se desespera, solo los desesperados,

Tantas veces estuve ahí que mis ahogos estrangularon el recuerdo,

¡ Al fin!


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