




Hoy me voy a hacer un pan para mí. La casa va a oler a pan.
Today I'm going to make a bread for me. The house will smell like bread.
Salvaje y alegre
Wild and cheerful
Al desierto voy en silencio
Contento de mis pasos borrados,
Bella la arena que suena tragando.
Cada paso: olvido nuevo,
Cada paso: recuerdo que se sumerge bajo la arena caliente que en el fondo está fría de verdad como de verdad caliente por fuera, arena solamente, no temperaturas.
El sol traza su ruta curva sobre médanos inauditos,
Algunos me parecen la sonrisa con humo de una noche fabulosa que tragaba de la saliva del otro una vitalidad que revolucionaba la sinceridad de mi sexo.
Amado sol al que me entrego ahora, destiñéndome, desnudo.
Al despertarme me rodeará un nuevo pueblo de esculturas, por mis manos con sangre sabré que he sido yo, mientras dormía borrando mis pasos en el desierto.
DE HUMANO
DEMASIADO
HUMANO
PREFACIO
1
Harto a menudo, y siempre con gran extrañeza, se me ha señalado que hay algo común y característico en todos mis escritos, desde el Nacimiento de la tragedia hasta el último publicado, Preludios a una filosofía del porvenir: todos ellos contienen, se me ha dicho, lazos y redes para pájaros incautos y casi una constante e inadvertida incitación a la subversión de valoraciones habituales y caros hábitos. ¿Cómo? ¿Todo es sólo... humano, demasiado humano? Con este suspiro se sale de mis escritos, no sin una especie de horror y desconfianza incluso hacia la moral, más aún, no mal dispuesto y animado a ser por una vez el defensor de las peores cosas: ¡como si acaso sólo fuesen las más vituperadas! A mis escritos se les ha llamado escuela de recelo, más aún de desprecio, felizmente también de coraje, aun de temeridad. En realidad, yo mismo no creo que nadie haya nunca escrutado el mundo con tan profundo recelo, y no sólo como ocasional abogado del diablo, sino igualmente, para hablar teológicamente, como enemigo y acusador de Dios; y quien adivina algo de las consecuencias que implica todo recelo profundo, algo de los escalofríos y angustias del asilamiento a los que condena toda incondicional diferencia de enfoque a quien la sostiene, comprenderá también cuántas veces para aliviarme de mí mismo, dijérase para olvidarme de mí mismo por un tiempo, he intentado resguardarme en cualquier parte, en cualquier veneración, enemistad, cientificidad, liviandad o estulticia; también por qué cuando no he encontrado lo que necesitaba he tenido que procurármelo artificiosamente, falseando o inventando (¿y qué otra cosa han hecho siempre los poetas? ¿Y para qué, si no, existiría todo el arte del mundo?). Pero lo que una y otra vez necesitaba más perentoriamente para mi curación y mi restablecimiento era la creencia de que no era el único en ser de este modo, en ver de este modo, una mágica sospecha de afinidad e igualdad de puntos de vista y de deseos, un descansar en la confianza de la amistad, una ceguera a dúo, sin recelo ni interrogantes, un goce en los primeros planos, superficies, lo cercano, vecino, en todo lo que tiene color, piel y apariencia. Quizá pudiera reprochárseme a este respecto no poco “arte”, no poca sutil acuñación falsa: por ejemplo por haber cerrado a sabiendas y voluntariamente los ojos ante la ciega voluntad de moral de Schopenhauer, en una época en que yo era bastante clarividente en materia de moral; también haberme engañado respecto al incurable romanticismo de Richard Wagner, como si fuese un comienzo y no un final; también con respecto a los griegos, y también por lo que a los alemanes y su futuro se refiere, y acaso quedará todavía una larga lista de tales -también-. Más, aun cuando todo esto fuese verdad y se me reprochara con fundamento, ¿qué sabéis vosotros, que podéis saber de cuánta astucia de autoconservación, de cuánta razón y superior precaución contiene tal autoengaño, y cuánta falsía ha todavía menester para poder una y otra vez permitirme el lujo de mí veracidad?... Basta, aún vivo; y la vida no es después de todo una invención de la moral: quiere ilusión, vive de la ilusión..., pero de nuevo vuelvo, ¿no es cierto?, a las andadas, y hago lo que, viejo inmoralista y pajarero, siempre he hecho, y hablo inmoral, extramoralmente, -más allá del bien y del mal-.
Hace poco recibo un mail elogioso sobre mi forma de ver a un filósofo al que amo profundamente, Nietzsche.
Algo me llamó la atención, la necesidad de este joven amigo de ubicarme en algún estante.
A mi querido amigo de España y a los demás:
Previendo posibles momentos que vendrían por cambios de circunstancias personales, me ubiqué mentalmente en que estría viviendo en el interior como una de las soluciones posibles al trance al que me veré expuesto en algún momento.
Soy hombre de la cultura por imposición y aceptación desde mi más temprana edad, fui preparado y me preparé mucho.
En mi cabeza y con mi acción me marqué plan y acción, tener un inmenso almacén del conocimiento humano a lo que llego y gusto, lo cual en comparación con lo que abarca el conocimiento humano es altamente escaso.
Me pensaba entre niños, jóvenes y adultos a los que mis conocimientos les fueran muy útiles, les mejorase perspectivas y vida, como una actividad normal, diaria, como vivo.
He cargado mucho y descargo amigos, hay codos en la vida, de tomar, aprender y dar, estando en todos estoy más en el tercero, sin el tercero somos nada.
Entonces junté tantos materiales que no me va a alcanzar la vida para hacer lo que hago en mi blog, compartir lo que gusto, conozco o estoy conociendo, pues sigo investigando, repaso, reconozco e interacciono.
No me pongan en estantes. Ni en frascos. En cajas menos.
Lo mío nunca tuvo más marca que mi persona, Ricardo Marcenaro, todo lo que hago es así, no hay más, soy.
Cada uno Es.
Decídelo
¿Titularás?
Una valija, el viaje, lo que viaja, el paso y un arbusto que no se ve, ¿espíritu? Encima y que en realidad nos muestra raíces, tierra de mi cantero del dormitorio que da a la calle.
Pelemos toda la data, lo personal no importa nada aquí.
Valija de viaje y raíces.
Es todo un símbolo y como todo símbolo, en su poder, lo dice admitiendo la visión que cada uno quiera darle.
Valija, raíz, acera, borde de calle.
Luego, extrañamente alguna letra y los detalles.
¿Qué piensa quien pasa por la puerta? ¿Qué cree que pasa o pasó?
Si tenés ganas invéntate algo.
Pon en esa barca negra, cuadrada, perforada por la misma pala que arrancó ese arbusto odiado, lo que te parezca.
Haz tu cuento.
Si quieres lo pones en los diálogos o si no lo monologas a solas. No es lo mío, yo ya lo hice así, aquí, en este día de flores soleadas, rostros con sol y cantos.
Bueno, disculpen, tengo miles de cosas que hacer.
Claro que limpiamos aún y a la calle cae lo que me hace más liviano.