Al lijar me doy cuenta que estoy convirtiendo mi dolor en caricias.
Me hizo pensar que quizás las caricias eran una forma de dar el dolor en calma.
Al lijar mi cuerpo respira, me fortalezco, mis músculos están contentos, el colibrí que anida a unos metros me visita. A veces se queda parado en una ramilla, me clava sus ojos llenos de cosmos, yo lo miro.
Estoy sereno, los pájaros no huyen de quienes alinean su ser.
La lija talla los dedos, la piel se afina pero se hace resistente, entonces aparece un mundo nuevo, cierras los ojos y ahí están los ojos abiertos en las yemas de tus dedos, en tu palma.
Tu mano toda es un radar, un trazador de horizontes, un iluminador de fuegos y de juegos. ¡Bienvenido! Te dice.
Tras-paso de formas la lija corre calentando la mano enharinada que calienta la escultura.
Pulir, pulir, pulir, como en la vida, todo el tiempo, a cada segundo.
Despojarse,
Ir desnudo,
No pretender nada.
Es ahora...es vivir ahora: si no lijas no entregas, no compartes eso que te llena y que quiere brotar. Si no lijas, tampoco se podrá ver la forma de las caricias...caricias para apaciguar el dolor o encender el alma hasta encontrar la salida o regresar al lugar en que estabas y añoras...es ahora, que tus manos no son fisicamente tus manos sino más bien el alma queriendo escribirse ... luego leerás el poema... ¡es ahora !... lija, lija, lija, ..........la música, también es algo así. Bellas esculturas Ricardo... ¡hablan!...
ResponderEliminarDalia
Qué bello lo que me dices! Gracias Dalia, siempre me llena de alegre optimismo esa fuerza de espíritu que tienes y que en el caso en-corda con el mío. Abrazos::)))
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