El Fugitivo
Isla Maciel. Barriada de la orilla.
Cruza una barca el Riachuelo en sombra
y en el silencio de las callejuelas
la policía ronda, ronda, ronda.
En la mesa curtida del fondín
bosteza el viejo rey de la baraja.
Todos los parroquianos han partido.
Crece la soledad como una planta.
Arma la madre su antigua paciencia.
Alguien apaga la lánguida lámpara
y a un horizonte de carbón y bruma
un viento amargo ladra, ladra, ladra.
Dicen la recia historia del suburbio
muros de fábrica, gastados postigos
y ese gris territorio donde alza
su sórdida silueta el Frigorífico.
Soñando al borde de las turbias aguas
Divaga un sauce, buscador de estrellas.
Una extraña quietud flota en la noche
y mirando la luna sobre el techo
un niño solo espera, espera, espera.
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