lunes, 25 de marzo de 2013

Music: Victoria Spivey and Louis Armstrong 1929 - How do They Do It




Victoria Spivey and Louis Armstrong
1929
How do They Do It


Have you ever had a feeling that someone would come out leadin' you?
If you had it's not so bad unless you found that it is all untrue

Take a good girl to keep her man, some can't do it, others can
I'm no chump but I would jump if I could find someone that's not unlike me too

Oh when the river runs, flowers are bloomin' in May
And if you get good business, how do you do it that way?

Streetwalkin' women, they are happy and gay
But I'm never happy, how do you get that way?

I want a man to be near, because he bring good care
But the men don't like me, they don't seem to care

Now they can come and go, to and fro every day
But I can't make 'em like me, how do you do it that way?

Now if you want somethin' good, you mustn't knock on wood
Just get a good man to look up under your hood

And when the rooster and the hen go to the barn to play
Oh the hen has chickens, how do they do it that way?

source: http://www.lyricsondemand.com




Music: Victoria Spivey and Louis Armstrong 1929 - How do They Do It


 
 

Poesia: Maurice Maeterlinck - Lo busque treinta años. hermanas... - Y si el retornara un dia... - Links



Lo busqué treinta años, hermanas...

Lo busqué treinta años, hermanas,
     ¿Dónde se escondió?
Y marchó treinta años, hermanas,
     y siempre me huyó.

Yo marché treinta años, hermanas,
     Ya no tengo paz!
El estaba en todo, ¡oh hermanas!,
     Y ya no está más. ..

La hora es triste, muy triste, hermanas;
     Desnudáos los pies;
Ya la noche muere, ¡hermanas!
     Yo muero a mi vez...
Bien jóvenes sois, hermanas;
     Mi bastón tomad,
E id lejos, muy lejos, hermanas,
     Y siempre buscad...
Versión de Edmundo Bianchi



Y si él retornara un día...

Y si él retornara un día
¿Qué le habría de decir?
-Que lo esperó el alma mía
Hasta la hora de morir.

¿Si él cree mi respuesta vana
Y me pregunta algo más?
-Háblale como una hermana,
Porque ha de sufrir, quizás...

Tal vez que le diga, exija,
Dónde, entonces, estarás.
-Entrégale esta sortija
y nada responderás.

Si ve la sala desierta
¿Qué le diré a su estupor?
-Muéstrale la puerta abierta
y sin luz el velador.

Pero entonces, dolorido,
Dirá si te vi morir. ..
-Dile que yo he sonreído,
Para no hacerlo sufrir...

Versión de Edmundo Bianchi




Poesia: Maurice Maeterlinck - Lo busque treinta años. hermanas... - Y si el retornara un dia... - Links 


 


Poesia: Margaret Atwood - La muerte de un hijo ahogado - Luna nueva - Resurreccion - Biografia con links




La muerte de un hijo ahogado
(Segundo diario: 1840-1871)

Él, que llegó con éxito tras navegar el río peligroso
de su venida al mundo,
se ha vuelto a ir

a un viaje de descubridor
por este territorio en el que yo he vagado
sin llegar a tocarlo, a hacerlo mío.

Sus pies se resbalaron de la orilla,
y a él se lo llevaron las corrientes;
lo arrastró la crecida entre hielos y árboles

y se ha perdido en un lugar lejano,
la cabeza como una batisfera;
miró con las pequeñas burbujas de sus ojos

como un aventurero temerario
por un paisaje más raro que Urano
que todos conocemos y que algunos recuerdan.

Fue un accidente; se quedó sin aire
y, como un corazón, cayó en el río.
El cuerpo, que era seña

de mis planes y mapas del futuro,
lo sacaron del fondo con ganchos y con palos
entre los troncos que al flotar chocaban.

Era la primavera, el sol aún brillaba
y la hierba incipiente ganaba solidez;
la claridad alumbraba los surcos de las manos.

Estaba fatigada por las olas de aquel largo viaje.
Pisé la tierra firme. Las velas de aquel sueño
se vinieron abajo, destrozadas.

                             En esta tierra él
                             es mi bandera.


Versión de Lidia Taillefer y Álvaro García
Pre-textos/ Poesía  1991



Luna nueva

La oscuridad espera aparte desde cualquier ocasión que surja;
como la pena, siempre está disponible.
Ésta es sólo un modelo,
el modelo en el que hay estrellas
sobre las hojas, brillantes como clavos de acero
e incontables y sin que se las haga caso.

Caminamos juntos
sobre hojas muertas
húmedas en la luna nueva
entre las rocas nocturnas amenazadoras
que serían de un gris rosado
a la luz del día, roídas y suavizadas
por el musgo y los helechos, que serían verdes
en el olor mohoso a levadura fresca
de árboles que enraízan, la tierra devuelve
lo mismo a lo mismo,

y cojo tu mano, que tiene el aspecto que tendría
una mano si de veras existieras.
Deseo mostrarte la oscuridad
que tanto temes.

Confía en mí. Esta oscuridad
es un lugar al que puedes entrar y sentirte
tan seguro como en cualquier otra parte;
puedes poner un pie delante del otro
y creer a los lados de tus ojos.
Memorízalo. Lo sabrás
de nuevo cuando te corresponda.
Cuando la apariencia de las cosas te haya abandonado,
todavía tendrás esta oscuridad.
Algo propio que puedes llevar contigo.

Hemos llegado al borde:
el lago entrega su silencio;
en la noche exterior hay un búho
cantando, como una polilla
en la oreja, desde la costa lejana
que es invisible.
El lago, vasto y sin dimensiones,
repite todo, las estrellas,
las piedras, a sí mismo, incluso la oscuridad
en la que puedes caminar
hasta que se convierta en luz.
 


Otros posibles pensamientos desde debajo de la  tierra
Abajo. Enterrada. Puedo oír
risas leves y pasos; la estridencia
del cristal y el acero

los invasores de quienes tenían
el bosque por refugio
y el fuego por terror y algo sagrado

los herederos, los que levantaron
frágiles estructuras.

Mi corazón enterrado por décadas
de pensamientos anteriores, reza todavía

Ah derriba este orgullo de cristal, babilonia
cimentada sin fuego, a través del subsuelo
reza a mi inexpresivo fósil Dios.

Pero se quedan. Extinguida. Siento
desprecio y, sin embargo, pena: lo que los huesos
de los grandes reptiles

desintegrados por algo
(digamos por el
clima) fuera del ámbito
que su simple sentido
de lo que era bueno les trazaba

sentían cuando eran
perseguidos, enterrada entre los suaves inmorales
insensibles mamíferos deshechos.


Versión de Lidia Taillefer y Álvaro García
Pre-textos/ Poesía  1991




Resurrección

Veo ahora veo
ahora no veo

la tierra es una ráfaga en mis ojos

ahora oigo

                         el crujido de la nieve

los ángeles que escuchan sobre mí

                          cardos resplandecientes de aguanieve
                          acumulada

esperan el momento
de elevarme
hasta el sol
con pilares, la última ciudad

                          o torres vivas

aún sin levantar
cuyas piedras latentes reposan rodeando
su fuego sagrado a mi alrededor

                           (pero la tierra cambia con la escarcha,
                            y los que se convierten
                            en las voces de piedra de la tierra
                            también cambian y dicen
                            dios no es
                             la voz del torbellino

                             en el juicio final
                             todos éramos árboles


Versión de Lidia Taillefer y Álvaro García
Pre-textos/ Poesía  1991
 

 






Poesia: Margaret Atwood - La muerte de un hijo ahogado - Luna nueva - Resurreccion - Biografia con links