sábado, 20 de abril de 2013

Music: Dizzy Gillespie And The United Nation Orchestra - Part 4.5.6/10 - 3 Vids - Links




Dizzy Gillespie And The United Nation Orchestra - Part 4/10



Dizzy Gillespie And The United Nation Orchestra - Part 5/10



Dizzy Gillespie And The United Nation Orchestra - Part 6/10 

Music: Dizzy Gillespie And The United Nation Orchestra - Part 4.5.6/10 - 3 Vids - Links 


Photos - Fotos: August Sander (1876-1964) - Part 5 - 16 photos - A cartography of the German type of early twentieth century - Una cartografía del tipo alemán de principios de siglo XX - Links to more photos

















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Gedicht - Poesia: Annette von Droste-Hülshoff - Die Lerche - La Alondra - Links to more Deutsche poets



[aus »Heidebilder«]

I - Die Lerche

Hörst du der Nacht gespornten Wächter nicht?
Sein Schrei verzittert mit dem Dämmerlicht,
Und schlummertrunken hebt aus Purpurdecken
Ihr Haupt die Sonne; in das Ätherbecken
Taucht sie die Stirn, man sieht es nicht genau,
Ob Licht sie zünde, oder trink' im Blau.
Glührote Pfeile zucken auf und nieder,
Und wecken Taues Blitze, wenn im Flug
Sie streifen durch der Heide braunen Zug.
Da schüttelt auch die Lerche ihr Gefieder,
Des Tages Herold seine Liverei;
Ihr Köpfchen streckt sie aus dem Ginster scheu,
Blinzt nun mit diesem, nun mit jenem Aug';
Dann leise schwankt, es spaltet sich der Strauch,
Und wirbelnd des Mandates erste Note
Schießt in das feuchte Blau des Tages Bote.

»Auf! auf! die junge Fürstin ist erwacht!
Schlaftrunkne Kämmrer, habt des Amtes acht;
Du mit dem Saphirbecken Genziane,
Zwergweide du mit deiner Seidenfahne,
Das Amt, das Amt, ihr Blumen allzumal,
Die Fürstin wacht, bald tritt sie in den Saal!«

Da regen tausend Wimper sich zugleich,
Maßliebchen hält das klare Auge offen,
Die Wasserlilie sieht ein wenig bleich,
Erschrocken, daß im Bade sie betroffen;
Wie steht der Zitterhalm verschämt und zage!
Die kleine Weide pudert sich geschwind
Und reicht dem West ihr Seidentüchlein lind,
Daß zu der Hoheit Händen er es trage.
Ehrfürchtig beut den tauigen Pokal
Das Genzian, und nieder langt der Strahl;
Prinz von Geblüte hat die erste Stätte
Er immer dienend an der Fürstin Bette.

Der Purpur lischt gemach im Rosenlicht,
Am Horizont ein zuckend Leuchten bricht
Des Vorhangs Falten, und aufs neue singt
Die Lerche, daß es durch den Äther klingt:

»Die Fürstin kömmt, die Fürstin steht am Tor!
Frischauf ihr Musikanten in den Hallen,
Laßt euer zartes Saitenspiel erschallen,
Und, florbeflügelt Volk, heb an den Chor,
Die Fürstin kömmt, die Fürstin steht am Tor!«
Da krimmelt, wimmelt es im Heidgezweige,
Die Grille dreht geschwind das Beinchen um,
Streicht an des Taues Kolophonium,
Und spielt so schäferlich die Liebesgeige.

Ein tüchtiger Hornist, der Käfer, schnurrt,
Die Mücke schleift behend die Silberschwingen,
Daß heller der Triangel möge klingen;
Diskant und auch Tenor die Fliege surrt;
Und, immer mehrend ihren werten Gurt,
Die reiche Katze um des Leibes Mitten,
Ist als Bassist die Biene eingeschritten:
Schwerfällig hockend in der Blüte rummeln
Das Kontraviolon die trägen Hummeln.
So tausendarmig ward noch nie gebaut
Des Münsters Halle, wie im Heidekraut
Gewölbe an Gewölben sich erschließen,
Gleich Labyrinthen in einander schießen;
So tausendstimmig stieg noch nie ein Chor,
Wie's musiziert aus grünem Heid hervor.
Jetzt sitzt die Königin auf ihrem Throne,
Die Silberwolke Teppich ihrem Fuß,
Am Haupte flammt und quillt die Strahlenkrone,
Und lauter, lauter schallt des Herolds Gruß:

»Bergleute auf, herauf aus eurem Schacht,
Bringt eure Schätze, und du Fabrikant,
Breit vor der Fürstin des Gewandes Pracht,
Kaufherrn, enthüllt den Saphir, den Demant.«

Schau, wie es wimmelt aus der Erde Schoß,
Wie sich die schwarzen Knappen drängen, streifen,
Und mühsam stemmend aus den Stollen schleifen
Gewalt'ge Stufen, wie der Träger groß;
Ameisenvolk, du machst es dir zu schwer!
Dein roh Gestein lockt keiner Fürstin Gnaden.
Doch sieh die Spinne rutschend hin und her,
Schon zieht sie des Gewebes letzten Faden,
Wie Perlen klar, ein duftig Elfenkleid;
Viel edle Funken sind darin entglommen;
Da kömmt der Wind und häkelt es vom Heid,
Es steigt, es flattert, und es ist verschwommen. –

Die Wolke dehnte sich, scharf strich der Hauch,
Die Lerche schwieg, und sank zum Ginsterstrauch.



   
 [de «Estampas de la landa»]

I - La alondra

¿No oyes de la noche el espoleado celador?
Con luz crepuscular su grito extingue un temblor,
y, ebria de sueño, en mantas de púrpura perfila
su cabeza el sol; en la etérea pila
hunde la frente, no se ve con exactitud
si es que enciende una luz, o bebe en el azul.
Sube y baja un estertor de roja flecha ardiente,
despertando fulgores del rocío, con vuelo
que surca el de la landa pardo suelo.
También la alondra entonces su plumaje extiende,
el heraldo del día su librea;
ora este ora el otro ojillo pestañea
al asomarse tímida desde la retama;
luego en calma se mece, se separa la mata,
y gorjeando, del mandato la nota prima
lanza al azul húmedo el enviado del día.

«¡Vamos! ¡La princesita está despierta!
Soñolïentos camareros, estad alerta;
tú, genciana con el cuenco de zafiro,
y, sauce enano, tú, con sedoso distintivo,
de vosotras, las flores todas, vuestra función,
la princesita no duerme, ya entra en el salón!»

Mil pestañas se agitan entonces a la vez,
la margarita tiene abiertos los ojos claros,
el nenúfar ostenta cierta palidez
asustado de haberla sorprendido en el baño;
¡el álamo temblón, cuán tímido y vacilante!
El saüce pequeño ligero se empolva
y al viento oeste da, suave, su tela sedosa,
por que a manos de su alteza la lleve delante.
Reverente ofrenda su copa aljofarada
la genciana, y en lo hondo el rayo cala;
tiene el primer lugar, cual príncipe de linaje,
junto al lecho de la princesa, como paje.

Calmo se extingue el púrpura en el arrebol,
rompe en el horizonte temblando un resplandor
pliegues de una cortina, y de nuevo se ahonda
en el éter el canto de la alondra:

«¡La princesa llega, la princesa está en la puerta!
¡Ea, vosotros, músicos de sala,
dejad oír el tierno son de vuestras arpas
y, alígero pueblo en flor, que el coro se advierta,
la princesa llega, la princesa está en la puerta!»
Se puebla y bulle entonces en la landa la fronda;
la patita, veloz, gira el grillo,
frota la colofonia del rocío,
y la viola d´amore ya, tan pastoral, toca.

Del escarabajo, hábil trompa, es el rumor;
el mosquito desliza argénteas alas raudo,
por que se oiga el triángulo más claro;
de tiple zumba la mosca y también tenor;
y, medrando siempre su valioso ceñidor,
en el centro del cuerpo la bolsa copïosa,
a la abeja el barítono se endosa:
en la flor alborotan, posados torpemente,
el contrabajo los abejorros indolentes.
Tantos miles de brazos jamás la catedral
tuvo en la nave, como en el brezal
la bóveda en más bóvedas se aloja,
cual laberintos una a la otra se arroja;
Tantos miles de voces no alzó un coro jamás
como en la verde landa la música detrás.
En su trono la reina está sentada ahora,
de su pie es la argéntea nube estera,
de su cabeza surgen rayos y la coronan,
y más alto el saludo de heraldo reverbera:

«Mineros, ¿de los túneles ya habéis salido?
Traed vuestros tesoros, y tú, fabricante,
tiende ante la princesa el esplendor del vestido;
descubrid, negociantes, el zafiro, el diamante.»

Mira, del seno de la tierra un surtidor:
cómo los negros mineros se empujan y pasan,
con fatiga y fuerza, de las galerías alzan
colosales gradas, grandes como el portador;
hormigas: ¡os ponéis en gran dificultad!
no atrae tu piedra ruda, clemencia de princesa.
Mas mira deslizarse la araña de aquí a allá,
tensa ya el último hilo de la tela,
perlada claridad, vaporoso traje de elfos;
Muchas preciosas chispas allí se han encendido;
Llega el viento y lo quita con su ganchillo luego;
ya sube, ya tremola, y ha desaparecido.–

La nube se extendió, cruzó el hálito, cortante;
calló la alondra: en la retama se hundió al instante.


Trad. Héctor Piccoli

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Annette von Droste-Hülshoff (10 de enero de 1797 - †25 de mayo de 1848) fue una escritora y poetisa alemana perteneciente a la corriente Biedermeier dentro ...

Annette von Droste-Hülshoff - Wikipedia, the free encyclopedia

en.wikipedia.org/.../Annette_von_Dr... - Traducir esta página
Anna Elisabeth Franziska Adolphine Wilhelmine Louise Maria, Freiin von Droste zu Hülshoff, known as Annette von Droste-Hülshoff was a 19th century German ...
 

Español Poesia: Dylan Thomas - Poemas selectos - Parte 1 - Prologo del autor - Veo a los muchachos del verano - Trad. Elizabeth Azcona Cranwell - Bio links English: Poetry: Dylan Thomas - And Death Shall Have No Dominion - Do Not Go Gentle Into That Good Night - Fern Hill - Links


Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo

Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo
ya no encerraron el largo gusano de mi dedo
ni maldijeron al mar enroscado en mi puño,
la boca del tiempo sorbió como una esponja
el ácido lechoso en cada gozne
y se tragó los líquidos del pecho hasta secarlo.

Cuando el mar de galaxia fue sorbido
y liberado todo el lecho seco del mar,
envié a mi criatura para explorar el globo,
el mismo globo de pelos y osamenta
que cosido a mí mismo por mi mente y mis nervios,
mi frasco de materia ligara a su costilla.

Mis fusibles calcularon el tiempo para impulsar su corazón,
él estalló, hecho polvo, hacia la luz
y celebró con el sol un pequeño sabático,
pero cuando los astros asumiendo su forma
dibujaron las briznas del sueño en sus ojos,
ahogó dentro de un sueño las magias de su padre.

Todo surgió armado de la tumba
el cáncer pelirrojo, vivo aún,
los ojos velados de cataratas con sus turbios tejidos;
algunos muertos deshicieron sus quijadas tupidas,
y hubo bolsas de sangre que soltaron sus moscas;
él supo de memoria el sendero de cruces funerarias.

El sueño navega las mareas del tiempo;
el áspero sargazo de la tumba
entrega a sus muertos en este mar tan laborioso;
y el sueño mudo rueda por los lechos
donde las sombras comen el alimento de los peces
y a través de las flores, emergen hacia el cielo.

Cuando de pronto giraron las tuercas del crepúsculo,
y la leche materna fue dura como arena,
envié a mi propio embajador hacia la luz;
por truco o por azar él se durmió
y por arte de magia se armó de una osamenta
para robarme los fluidos en su corazón.

Despierta, mi durmiente, hacia el sol,
trabajador en la mañana pueblerina
y deja a este soñoliento en el sitio en que yace;
han caído los cercos de la luz,
sólo quedan en pie los jinetes más diestros,
y hay mundos que cuelgan de los árboles.

 

Un cambio en los climas del corazón

Un cambio en los climas del corazón
vuelve seco lo húmedo, la bala de oro estalla
sobre la tumba helada.
Un clima en la comarca de las venas
cambia la noche en día; la sangre entre sus soles
ilumina al viviente gusano.

Un cambio en el ojo advierte a tiempo
la ceguera hasta el hueso; y el útero incorpora
una muerte mientras surge la vida.

Una sombra en el clima del ojo
es a medias su luz; el mar sondeado irrumpe
sobre una tierra sin arpones.
La semilla que del lomo hace una selva
divide en dos su fruto; y la mitad se escurre
lenta en un viento dormido.

Un clima en la carne y el hueso
es seca y húmeda; el viviente y el muerto
se mueven como espectros ante el ojo.

Un cambio en el clima del mundo
vuelve espectro al espectro; y cada niño dentro su madre
se repliega en su doble de sombra.
Un cambio echa la luna dentro del sol,
tira de las ajadas cortinas de la piel;
y el corazón entrega a sus muertos.

 

Antes que llamara

Antes que llamara y la carne me abriese,
que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
yo, que era entonces informe como el agua
que formaba el Jordán junto a mi casa
era hermano de la hija de Mnetha
y hermana del gusano que gestaba la vida.

Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
que no sabía los nombres de la luna y el sol,
ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne,
aunque existía sólo en forma de infusorio,
veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso
que mi padre balanceaba en su cúpula.

Conocía el mensaje del invierno,
los dardos del granizo y la nieve pueril
y el viento era mi hermana pretendiente;
en mí saltaba el viento, el rocío infernal;
y mis venas fluían con los climas de oriente;
antes que me engendraran supe el día y la noche.

Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
el potro de tortura de los sueños
enroscaba mi osamenta de lirio
en una cifra viva,
la carne era cortada para cruzar los bordes
de las horcas en cruces sobre el hígado
y las zarzas de los cerebros estrujados.

Mi garganta conocía la sed antes de la estructura
de vena y piel alrededor del pozo
donde palabras y agua se entremezclan
sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre,
mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre;
al gusano yo olía entre mis propias heces.

Después el tiempo envió a mi mortal criatura
a derivar o ahogarse en los océanos
habituados a la aventura de la sal
en las mareas que jamás tocan las orillas.
Yo que era rico, me hice más rico aún
sorbiendo poco a poco el vino de los días.

Nacido del espectro y la carne, no era espectro
ni hombre, sino espectro mortal.
Y luego me abatió la pluma de la muerte.
Fui mortal hasta el último suspiro prolongado
que llevó hacia mi padre
el mensaje de su agónico cristo.

Tú que te inclinas en la cruz y el altar
acuérdate de mí y apiádate de Aquel
que mi carne y mi sangre tomó por armadura
y llegó a traicionar el vientre de mi madre.

 

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