Pasión para mis letras de azafrán que en el monasterio convergen con la aurora que me despierta sorprendido de halago
Elévate día sobre el cadáver de mi pena que marcho a mi futuro lleno de energía, recto, nuevo, virgen, naciente, como el beso de tu sol en el horizonte que acaricia los senos de la tierra que se despiertan conmigo
A ellos la alegría del beso, el estremecimiento del pellizco o el candor del viento que los toca como una pluma en el aliento de mi respirarla.
Aire hermoso y bello el de la mañana al que abandonados nuestros cuerpos sus teclas fueron golpeadas con el entusiasmo de la pasión desenfrenada toda la noche.
Tomá Chopin, para vos!
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