Transformación
Era amigo en un tiempo de los pobres,
No por nobleza alguna de ánimo,
Sino porque la vida sólo entre ellos
Transcurría sin falsedad, sin fastos.
Frecuentaba las casas de los nobles
Y los ambientes refinados;
No obstante, aborrecía a los parásitos
Y amaba la miseria más odiosa.
Y me esforzaba por hacerme amigo
De los que trabajaban como obreros,
De modo que me hacían un honor
Al acogerme entre los harapientos.
Tangible, sin palabras, sustancial,
Firme y robusta era la vida
En la desolación de aquellos sótanos
Y en aquellos altillos sin cortinas.
Y también yo me corrompí
Al tocarme la ruina de la época;
Se hicieron optimistas, bien pensantes,
Y el dolor transformaron en vergüenza.
Para todos aquellos en los cuales confiaba
Desde hace tiempo soy un sospechoso,
Y al hombre lo he perdido desde cuando
Fue perdido por todos.
Eva
Los árboles se inclinan sobre el río,
Y el mediodía en los acantilados
De la costa arrojó hacia los remansos
Como una red de pescador, las nubes.
Como una inmensa red, el cielo se hunde,
Y en este cielo, como en una trama,
Nada la multitud de los bañantes:
Hombres, mujeres, niños.
Cinco o seis salen por el mimbreral
Hacia la orilla, silenciosamente,
Y retuercen sus mallas
Encima de la arena.
Y son los nudos de la tela como
Culebras que se anillan y revuelven,
Como si la serpiente tentadora
Se agazapara entre las hebras húmedas.
Oh mujer, en tus gestos y en tus ojos
No hay engaño posible para mí.
Eres como una mano en la garganta
Cuando la ahoga la emoción.
Fuiste formada como en un bosquejo,
Como un trazo insinuado de otro ciclo,
Como si de verdad, mientras dormía,
Te hubieras levantado de mi tórax
Y al instante ya huyeras de mis manos
Y eludieras mi abrazo, mujer, toda
Tú asombro y miedo, angustia
Del corazón del hombre.
Era amigo en un tiempo de los pobres,
No por nobleza alguna de ánimo,
Sino porque la vida sólo entre ellos
Transcurría sin falsedad, sin fastos.
Frecuentaba las casas de los nobles
Y los ambientes refinados;
No obstante, aborrecía a los parásitos
Y amaba la miseria más odiosa.
Y me esforzaba por hacerme amigo
De los que trabajaban como obreros,
De modo que me hacían un honor
Al acogerme entre los harapientos.
Tangible, sin palabras, sustancial,
Firme y robusta era la vida
En la desolación de aquellos sótanos
Y en aquellos altillos sin cortinas.
Y también yo me corrompí
Al tocarme la ruina de la época;
Se hicieron optimistas, bien pensantes,
Y el dolor transformaron en vergüenza.
Para todos aquellos en los cuales confiaba
Desde hace tiempo soy un sospechoso,
Y al hombre lo he perdido desde cuando
Fue perdido por todos.
Eva
Los árboles se inclinan sobre el río,
Y el mediodía en los acantilados
De la costa arrojó hacia los remansos
Como una red de pescador, las nubes.
Como una inmensa red, el cielo se hunde,
Y en este cielo, como en una trama,
Nada la multitud de los bañantes:
Hombres, mujeres, niños.
Cinco o seis salen por el mimbreral
Hacia la orilla, silenciosamente,
Y retuercen sus mallas
Encima de la arena.
Y son los nudos de la tela como
Culebras que se anillan y revuelven,
Como si la serpiente tentadora
Se agazapara entre las hebras húmedas.
Oh mujer, en tus gestos y en tus ojos
No hay engaño posible para mí.
Eres como una mano en la garganta
Cuando la ahoga la emoción.
Fuiste formada como en un bosquejo,
Como un trazo insinuado de otro ciclo,
Como si de verdad, mientras dormía,
Te hubieras levantado de mi tórax
Y al instante ya huyeras de mis manos
Y eludieras mi abrazo, mujer, toda
Tú asombro y miedo, angustia
Del corazón del hombre.
Cae la nieve
Cae y cae la nieve.
Hacia las estrellitas blancas
Que la tormenta lleva aquí y allá, se extienden
Las flores del geranio en la ventana.
Cae la nieve y todo se extravía,
Todo levanta vuelo,
La curva de la esquina,
Una escalera de peldaños negros.
Cae y cae la nieve. No parecen
Copos, sino que sobre los remiendos
De una capa a la tierra descendiese
Lentamente la cúpula del cielo.
Como si con los gestos de algún extravagante,
Desde el piso de arriba,
Sigiloso, jugando a la escondida,
Bajara el cielo desde la buhardilla.
Porque la vida no espera. Un instante,
Y ya es la víspera de Nochebuena.
Luego, un breve paréntesis, y observa:
El año nuevo que de pronto llega.
Cae la nieve, densa, densa,
¿Y con su andar, sobre sus huellas,
Al mismo ritmo, con esa indolencia
O con la misma prisa con que nieva
Es el tiempo que vuela?
¿Tal vez un año a otro año sobreviene
Como cae la nieve
O como las palabras de un poema?
Cae y cae la nieve,
Cae la nieve y todo se extravía,
El peatón que encanece,
Las plantas sorprendidas,
La curva de una esquina.
Cae y cae la nieve.
Hacia las estrellitas blancas
Que la tormenta lleva aquí y allá, se extienden
Las flores del geranio en la ventana.
Cae la nieve y todo se extravía,
Todo levanta vuelo,
La curva de la esquina,
Una escalera de peldaños negros.
Cae y cae la nieve. No parecen
Copos, sino que sobre los remiendos
De una capa a la tierra descendiese
Lentamente la cúpula del cielo.
Como si con los gestos de algún extravagante,
Desde el piso de arriba,
Sigiloso, jugando a la escondida,
Bajara el cielo desde la buhardilla.
Porque la vida no espera. Un instante,
Y ya es la víspera de Nochebuena.
Luego, un breve paréntesis, y observa:
El año nuevo que de pronto llega.
Cae la nieve, densa, densa,
¿Y con su andar, sobre sus huellas,
Al mismo ritmo, con esa indolencia
O con la misma prisa con que nieva
Es el tiempo que vuela?
¿Tal vez un año a otro año sobreviene
Como cae la nieve
O como las palabras de un poema?
Cae y cae la nieve,
Cae la nieve y todo se extravía,
El peatón que encanece,
Las plantas sorprendidas,
La curva de una esquina.
Toda la tierra azota la tormenta,
Desde un confín al otro, la tormenta.
Sobre la mesa, ardía una vela,
Ardía una vela.
Así como revuelan en verano
Los mosquitos en torno de la lámpara,
Se agolpaban los copos de la nieve
Contra el panel de la ventana.
La borrasca trazaba sobre el vidrio
Flechas y círculos.
Sobre la mesa, ardía una vela,
Ardía una vela.
La lumbre proyectaba
Las sombras sobre el cielorraso.
Con los brazos cruzados, con las piernas cruzadas,
Los destinos cruzados.
Y dos zapatos con un sordo ruido
Al caer sobre el piso resonaban,
Y la cera goteaba en el vestido
Rodando como lágrimas.
Y todo en una niebla
Cana de nieve se perdía.
Sobre la mesa, ardía una vela,
Ardía una vela.
Desde un rincón un hálito sopló
Sobre la llama, y como un ángel
Alzó la fiebre de la tentación
Dos alas, con la forma de una cruz.
Duró todo febrero la tormenta,
Y sin cesar, día tras día,
Sobre la mesa, ardía una vela,
Ardía una vela.
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