HIMNO DE PAN
I
De las altas tierras y bosques
hoy venimos, venimos;
de las islas ceñidas de ríos,
donde, bravas, las ondas se callan,
escuchando mi flauta tan dulce.
Todo viento, en los juncos y cañas,
y la abeja en la flor del tomillo,
en arbustos de mirto los pájaros,
la cigarra en limeros subida,
los lagartos abajo, en la hierba,
más que Tmolus, el viejo, callaban,
escuchando mi flauta tan dulce.
II
El líquido Peneo fluía
y el Tempé estaba oscuro, a la sombra
del Pelión, que ya dominaba
el ocaso más rápido huyendo
por el son de mi flauta tan dulce.
Los silenos, silvanos y faunos
y las ninfas de ríos y selvas,
en la orilla de prados mojados
o en las cuevas que cubre el rocío,
y así todo el cortejo, callaban
por amor, como callas, Apolo,
envidiando mi flauta tan dulce.
III
Los danzantes luceros, cantaba,
y
y los cielos, las guerras enormes
del Amor y el Nacer y
Mudé luego mi canto: era un Ménalo,
en un valle -canté-: perseguía
a una joven y obtuve una caña.
¡Así engañan a humanos y dioses!
Se nos quiebra en el pecho y sangramos:
y lloraron. Y así lloraríais
si la envidia o la edad no os helaran,
al plañir de mi flauta tan dulce.
Trad M. Manent
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