Hay veces que todo se resbala como un alud de fango, Las raíces parecen hacerse de gelatina, nada es fijo, Una espuma densa de piedras rasca retumbos, conmueve, Me retumbas, alud, un sonar dice qué haces, Me agito, calma, casas enterradas, niños que no gemirán más. Un trámite, cien pasos y una ciudad que se corta de un planazo. El bus se enloquece en las esquinas y parecer rebotar contra los cordones de los barrios de la inundación, altos, duros, llenos de ladrones. Casa por casa, día por día, trazando vectores, desnudo la angustia de terminar de pelarlo todo, no darás vuelta la cara Ni clavarás el puñal en la puerta de mi casa con un cartel de risa, Nada está bien de tu todo bien, morada casa llena de escombros, Lleno de escombros estoy, morado, lleno de saliva cuajada, de patadas que retumban en mi cabeza, nada está bien de tu todo bien ni de tu contagio, nada, nada, esa nada vaciada que ahora va a enfrentarte sola o con regimientos, uno por uno, uno por uno hasta llegar a los mil, Loco retumbo de la humillación de tú espalda deshaciendo costuras arraigadas, agujas oxidadas en mi carne que no son remiendo, nada está bien, tengo las tripas cocidas al cerebro y una humillación como nunca. Ahora lo que no te importaba nada en mi terreno va llevar el espejo astillado al tuyo, veremos cuanto te importa lo que no te importa, frente a frente, no como gustaste corromper. Esposado me pegaban de a cinco, atado a la cama sin colchón fui el cordero de Dios asado en la parrilla de los dioses de la picana, escupo cien punk de barrio con una facilidad que no te imaginas. Oigan compañeros, cada día podemos despedirnos, no lo olviden, Y cuando caigan cascotes celestiales y vean una catarata prendiéndose fuego, es mi alma, Entonces sí, lloren, semillé todo lo que pude si retacearme nunca como los imbéciles.
Ricardo Macenaro
22 de agosto de 2009
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