domingo, 31 de marzo de 2013

Poesia - Poesie: Georges Bataille - L'archangelique - Lo arcangelico










L’ archangélique



(...)

la folie ailée ma folie

déchire l’immensité

et l’immensité me déchire



je suis seul

des aveugles liront ces lignes

en d’interminables tunnels



je tombe dans l’immensité

qui tombe en elle­même

elle est plus noire que ma mort



le soleil est noir

la beauté d’un être est le fond des caves un cri

de la nuit définitive



ce qui aime dans la lumière

le frisson dont elle est glacée

est le désir de la nuit

(...)





Lo arcangélico



(...)

la locura alada mi locura

desgarra la inmesidad

y la inmensidad me desgarra



estoy solo

hombres ciegos leerán estas líneas

en interminables túneles



caigo en la inmensidad

que cae en sí misma

más negra que mi muerte



el sol es negro

la belleza de los seres es el fondo de las cuevas un grito

de la noche absoluta



lo que ama en la luz

el estremecimiento que la hiela

es el deseo de la noche

(...)



 Poesia - Poesie: Georges Bataille - L'archangelique - Lo arcangelico 

Music: Steve Reich - Auschwitz-Birkenau in symbols - Differe




 Auschwitz-Birkenau in symbols - Steve Reich - Differe








Music: Steve Reich - Auschwitz-Birkenau in symbols - Differe


Poesia: Juan Ramon Jimenez - Silencio - Cuando dormida tu - Yo no se como saltar - He abierto mi balcón - Links




¡SILENCIO!

No, no digáis lo que no he dicho.
Tu luna llena me lo tape, cielo inmenso,
en la noche solemne;
tú, río, que lo sabes, sigue hablando
como quien no lo sabe, paralelo
en tu huir infinito
a mi secreto pensamiento yerto;
aunque lo cantes, pájaro,
yo solo sepa desde dentro
que lo cantas cual yo en abril te lo cantaba;
tú, rosa última, guárdalo en tus pétalos
como en mi corazón; llévalo tú
y déjatelo, viento...
¡No, no, no lo digáis!
Siga todo secreto
eternamente, mientras gira el mundo
soñando, nunca he dicho ya por nadie,
con mi silencio eterno.



CUANDO DORMIDA TU

Cuando dormida tú, me echo en tu alma,
y escucho, con mi oído
en tu pecho desnudo,
tu corazón tranquilo, me parece
que, en su latir hondo, sorprendo
el secreto del centro
del mundo.
Me parece
que legiones de ángeles,
en caballos celestes
-como cuando, en la alta
noche escuchamos, sin aliento
y el oído en la tierra,
trotes distantes que no llegan nunca-,
que legiones de ángeles
vienen por ti, de lejos
-como los Reyes Magos
al nacimeinto eterno
de nuestro amor-,
vienen por ti, de lejos,
a traerme, en tu ensueño,
el secreto del centro
del cielo.



YO NO SE COMO SALTAR

Yo no sé como saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de la mañana.
*
El río se lleva, mientras,
la realidad de esta tarde
a mares sin esperanza.
*
Miro al oriente, al poniente,
miro al sur y miro al norte...
Toda la verdad dorada
que cercaba al alma mía,
cual con un cielo completo,
se cae, partida y falsa.
*
... Y no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de la mañana.



HE ABIERTO MI BALCÓN

¡He abierto mi balcón y me he encontrado azul
la tarde y el jardín!...¿ Qué azul, Dios mío, es este ?
Parece una penumbra velada por un tul
que todo lo hace sueño con su vagar celeste.








 Poesia: Juan Ramon Jimenez - Silencio - Cuando dormida tu - Yo no se como saltar - He abierto mi balcón - Links

sábado, 30 de marzo de 2013

Painter: Renoir Pierre-Auguste - Part 7 - Naturalezas muertas - Life style - Links

 Pierre-August Renoir Still Life with Lemons and Oranges


 Pierre-August Renoir Still Life with Lemons


 Pierre-August Renoir Still Life with Melon


 Pierre-August Renoir Still Life with Melon


 Pierre-August Renoir Still Life with Onions


 Pierre-August Renoir Still Life with Orange and Sugar Bowl


 Pierre-August Renoir Still Life with Peaches 


 Pierre-August Renoir Still Life with Peaches 


 Pierre-August Renoir Still Life with Peaches and Chestnuts


 Pierre-August Renoir Still Life with Peaches and Grapes


 Pierre-August Renoir Still Life with Pears and Grapes


 Pierre-August Renoir Still Life with Pomegranates


 Pierre-August Renoir Still Life with Strawberries


 Pierre-August Renoir Strawberries


 Pierre-August Renoir Sugar Bowl 


 Pierre-August Renoir Sugar Bowl


 Pierre-August Renoir Sugar Bowl and Earthenware Bowl


 Pierre-August Renoir Sugar Bowl and Lemon


 Pierre-August Renoir Sugar Bowl and Lemons


 Pierre-August Renoir Three Lemons


 Pierre-August Renoir Three Partrides


 Pierre-August Renoir Three Pomegranates and Two Apples


Pierre-August Renoir Watering Can







Painter: Renoir Pierre-Auguste - Part 7 - Naturalezas muertas - Life style - Links













NASA: Nanib Desert - Rössing Uranium Mine - 30.03.13

Rössing Uranium Mine
acquired March 8, 2013
Rössing Uranium Mine
acquired March 8, 2013 download large image (342 KB, JPEG, 1632x1632)
Editor’s Note: Today’s caption is the answer to Earth Observatory’s March Puzzler.
The Namib Desert in southwestern Africa is one of the most inhospitable places on the planet. It rarely rains, unless you count the fog that often blankets the coastal area. There are no lakes or ponds. There’s almost no surface water at all, save for ephemeral streams that emerge when scattered storms bring rain in the winter. Even those streams flow for just a few days or weeks each year, and they disappear into the ground or evaporate into the air long before they reach the sea.
Given the scarcity of water, it’s not surprising that Namibia has the second lowest population density in the world, trailing only Mongolia. And the Namib Desert is one of the most sparsely-populated parts of Namibia. But despite the harsh environment, there is still something that draws people deep into the desert: uranium. Namibia is among the top five uranium-exporting countries in the world.
The Erongo region is home to Rössing mine, the oldest and third-largest producer of uranium in the world. Situated about 70 kilometers (40 miles) northeast of the coastal city of Swakopmund, the mine is located near the ephemeral Khan River. The Advanced Land Imager (ALI) on NASA’s Earth Observing-1 (EO-1) satellite acquired this image of the mine and surrounding landscape on March 8, 2013.
Roessing’s 400-meter (1,300-foot) deep pit and a large processing facility north of it are the dominant features in the bottom image. The pit taps into layers of metasedimentary rock that contain intrusions of a type of coarse-grained igneous rock called pegmatite. Pegmatite often contains rare minerals and forms when magma slowly cools and hardens beneath the surface.
The mine sustains the small satellite town (population 7,600) of Arandis, which is visible near the top of the image. Roads and rail connect Arandis to Swakopmond, and there is a small airport south of Arandis. The dried channel of the Khan River is visible near the bottom of the image. While the surrounding landscape is largely devoid of vegetation, groundwater beneath the channel sustains some shrubs, trees, and grasses. The patches of green within and around the river channel in the top image are vegetation.
Some Namibians and environmental groups have raised concerns that water samples from the Khan River channel showed elevated uranium levels. Uranium carried in wastewater from the mine may be reaching groundwater and increasing uranium levels near the river. However, a study led by Michael Schubert, a scientist from the Helmholtz Center for Environmental Research, found that uranium also occurs naturally in the channel sediments. His team found no evidence that water contaminated by the mine had seeped into the groundwater.

NASA: Nanib Desert - Rössing Uranium Mine - 30.03.13


Poesie - Poesia: Paul Verlaine - Ballade de la vie en rouge - Balada de la vida en rojo - Française - Español



Ballade de la vie en rouge

L'un toujours vit la vie en rose,
Jeunesse qui n'en finit plus,
Seconde enfance moins morose,
Ni voeux, ni regrets superflus.
Ignorant tout flux et reflux,
Ce sage pour qui rien ne bouge
Règne instinctif: tel un phallus.
Mais moi je vois la vie en rouge.

L'autre ratiocine et glose
Sur des modes irrésolus,
Soupesant, pesant chaque chose
De mains gourdes aux lourds calus.
Lui faudrait du temps tant et plus
Pour se risquer hors de son bouge.
Le monde est gris à ce reclus.
Mais moi je vois la vie en rouge.

Lui, cet autre, alentour il ose
Jeter des regards bien voulus,
Mais, sur quoi que son oeil se pose,
Il s'exaspère où tu te plus,
Oeil des philanthropes joufflus;
Tout lui semble noir, vierge ou gouge,
Les hommes, vins bus, livres lus.
Mais moi je vois la vie en rouge.


Balada de la vida en rojo

El uno siempre vive la vida en rosa,
la juventud que no acaba nunca,
segunda infancia menos taciturna,
ni deseos ni lamentos superfluos.
Ignorante de todo flujo y reflujo,
este sabio para quien nada se mueve
reina instintivo: como un falo.
Pero yo, yo veo la vida en rojo.

El otro razona y glosa
en tonos irresolutos,
sopesando, pesando cada cosa
con manos entumecidas y pesados callos.
Le haría falta mucho tiempo de su tabuco.
El mundo es gris para este recluso.
Pero yo, yo veo la vida en rojo.

El, este otro, en derredor se atreve
A echar miradas llenas de deseos,
Pero donde su mirada se posa,
Él se exaspera donde tu te places,
Mirada de filántropos mofletudos;
Todo le parece negro, virgen o gubia,
Los hombres, vinos bebidos, libros leídos.
Pero yo, yo veo la vida en rojo.

Paul Verlaine (1844-1896)




Poesie - Poesia: Paul Verlaine - Ballade de la vie en rouge - Balada de la vida en rojo - Française - Español  









Poesia: Olga Orozco - Aqui estan tus recuerdos... - Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer... - Links




Aquí están tus recuerdos...

Aquí están tus recuerdos:
este leve polvillo de violetas
cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas;
tu nombre,
el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras;
el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio;
mi infancia, tan cercana,
en el mismo jardín donde la hierba canta todavía
y donde tantas veces tu cabeza reposaba de pronto junto a mí,
entre los matorrales de la sombra.

Todo siempre es igual.
Cuando otra vez llamamos como ahora en el lejano muro:
todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.

-¿Recuerdas la nevada? ¡Hace ya tanto tiempo!
¡Cómo han crecido desde entonces tus cabellos!
Sin embargo, llevas aún sus efímeras flores sobre el pecho
y tu frente se inclina bajo ese mismo cielo
tan deslumbrante y claro.

¿Por qué habrás de volver acompañado, como un dios a su mundo,
por algún paisaje que he querido?
¿Recuerdas todavía la nevada?

¡Qué sola estará hoy, detrás de las inútiles paredes,
tu morada de hierros y de flores!
Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,
extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,
tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitaran cenicientos pétalos
después de haber mirado pasar,   ¡tanto tiempo!,
la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas.

Espera, espera, corazón mío:
no es el semblante frío de la temida nieve ni el del sueño reciente.
Otra vez, otra vez, corazón mío:
el roce inconfundible de la arena en la verja,
el grito de la abuela,
la misma soledad, la no mentida,
y este largo destino de mirarse las manos hasta envejecer.







Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer...

Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer
y no puedas recordar hacia atrás, como la Reina Blanca, déjame en el aire la sonrisa.
Tal vez seas ahora tan inmensa como todos mis muertos
y cubras con tu piel noche tras noche la desbordada noche del adiós:
un ojo en Achernar, el otro en Sirio,
las orejas pegadas al muro ensordecedor de otros planetas,
tu inabarcable cuerpo sumergido en su hirviente ablución, en su Jordán de estrellas.
Tal vez sea imposible mi cabeza, ni un vacío mi voz,
algo menos que harapos de un idioma irrisorio mis palabras.
Pero déjame en el aire la sonrisa:
la leve vibración que azogue un trozo de este cristal de ausencia,
la pequeña vigilia tatuada en llama viva en un rincón,
una tierna señal que horade una por una las hojas de este duro calendario de nieve.
Déjame tu sonrisa a manera de perpetua guardiana, Berenice.




Poesia: Olga Orozco - Aqui estan tus recuerdos... - Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer... - Links 


Link: 





viernes, 29 de marzo de 2013

NASA: It is happening now - Está sucediendo ahora - 29-03-13 - Irak - Kuwait - Saudi Arabia - Dust Storm on the Arabian Peninsula

Dust Storm on the Arabian Peninsula
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On March 24, 2013, a dust storm arose on the Arabian Peninsula, blowing through parts of Saudi Arabia, Kuwait, and Iraq. Dust also stretched across the Persian Gulf toward Iran. The Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer (MODIS) on NASA’s Aqua satellite captured this natural-color image the same day.
This dust storm was part of a larger pattern of activity, occurring one day after a dust storm in Iraq, and two days after a dust storm in Egypt.
Lee Grenci, a meteorologist at Penn State University, explained that the large-scale atmospheric disturbance moved from west to east across northeastern Africa and the Middle East from March 22–24, 2013. The disturbance occurred at roughly 18,000 feet (5,000 meters) in altitude. Meanwhile, increasing amounts of late-March sunshine heated the land surface and led to an overturning in the atmosphere near the ground, such that upper level winds mixed with weaker winds near the ground. Grenci likened the events to mixing oil and vinegar to make salad dressing. “Like the salad dressing, the wind profile in the lowest several thousand feet then became more homogeneous, with winds near the Earth’s surface becoming stronger and gustier, which caused the blowing sand and dust.”
Besides the atmospheric disturbance, the Arabian peninsula had another ingredient necessary for dust storms: sand. Uninhabited sandy deserts comprise most of Saudi Arabia’s land surface, and less than 2 percent of the land is arable.
  1. References

  2. CIA World Factbook (2013, March 19) Saudi Arabia. Accessed March 26, 2013.
  3. University Corporation for Atmospheric Research Forecasting Dust Storms. (Registration required).
NASA image courtesy Jeff Schmaltz, LANCE MODIS Rapid Response. Caption by Michon Scott.
Instrument: 
Aqua - MODIS



NASA: It is happening now - Está sucediendo ahora - 29-03-13 - Irak - Kuwait - Saudi Arabia - Dust Storm on the Arabian Peninsula



Poesia: Luis de Gongora y Argote (1561-1627) - Fábula de Polifemo y Galatea - Link




Fábula de Polifemo y Galatea

1
Estas que me dictó, rimas sonoras,
Culta sí aunque bucólica Talía,
Oh excelso Conde, en las purpúreas horas
Que es rosas la alba y rosicler el día,
Ahora que de luz tu niebla doras,
Escucha, al son de la zampoña mía,
Si ya los muros no te ven de Huelva
Peinar el viento, fatigar la selva.

2
Templado pula en la maestra mano
El generoso pájaro su pluma,
O tan mudo en la alcándara, que en vano
Aun desmentir el cascabel presuma;
Tascando haga el freno de oro cano
Del caballo andaluz la ociosa espuma;
Gima el lebrel en el cordón de seda,
Y al cuerno al fin la cítara suceda.

3
Treguas al ejercicio sean robusto,
Ocio atento, silencio dulce, en cuanto
Debajo escuchas de dosel augusto
Del músico jayán el fiero canto.
Alterna con las Musas hoy el gusto,
Que si la mía puede ofrecer tanto
Clarín -y de la Fama no segundo-,
Tu nombre oirán los términos del mundo.

4
Donde espumoso el mar sicilïano
El pie argenta de plata al Lilibeo,
Bóveda o de las fraguas de Vulcano
O tumba de los huesos de Tifeo,
Pálidas señas cenizoso un llano,
Cuando no del sacrílego deseo,
Del duro oficio da. Allí una alta roca
Mordaza es a una gruta de su boca.

5
Guarnición tosca de este escollo duro
Troncos robustos son, a cuya greña
Menos luz debe, menos aire puro
La caverna profunda, que a la peña;
Caliginoso lecho, el seno obscuro
Ser de la negra noche nos lo enseña
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves.

6
De este, pues, formidable de la tierra
Bostezo, el melancólico vacío
A Polifemo, horror de aquella sierra,
Bárbara choza es, albergue umbrío
Y redil espacioso donde encierra
Cuanto las cumbres ásperas cabrío,
De los montes esconde: copia bella
Que un silbo junta y un peñasco sella.

7
Un monte era de miembros eminente
Este que -de Neptuno hijo fiero-
De un ojo ilustra el orbe de su frente,
Émulo casi del mayor lucero;
Cíclope a quien el pino más valiente
Bastón le obedecía tan ligero,
Y al grave peso junco tan delgado,
Que un día era bastón y otro cayado.

8
Negro el cabello, imitador undoso
De las oscuras aguas del Leteo,
Al viento que lo peina proceloso
Vuela sin orden, pende sin aseo;
Un torrente es su barba impetuosa,
Que -adusto hijo de este Pirineo-
Su pecho inunda- o tarde, o mal, o en vano
Surcada aun de los dedos de su mano.

9
No la Trinacria en sus montañas, fiera
Armó de crueldad, calzó de viento,
Que redima feroz, salve ligera
Su piel manchada de colores ciento:
Pellico es ya la que en los bosques era
Mortal horror al que con paso lento
Los bueyes a su albergue reducía,
Pisando la dudosa luz del día.

10
Cercado es, cuando más capaz más lleno,
De la fruta, el zurrón, casi abortada,
Que el tardo otoño deja al blando seno
De la piadosa yerba encomendada:
La serva, a quien le da rugas el heno;
La pera, a quien le da cuna dorada
La rubia paja y -pálida turora-
La niega avara y pródiga la dora.

11
Erizo es, el zurrón, de la castaña;
Y -entre el membrillo o verde o datilado-
De la manzana hipócrita, que engaña,
A lo pálido no, a lo arrebolado,
Y de la encina honor de la montaña,
Que pabellón al siglo fue dorado,
El tributo, alimento, aunque grosero,
Del mejor mundo, del candor primero.

12
Cera y cáñamo unió -que no debiera-
Cien cañas, cuyo bárbaro rüido,
De más ecos que unió cáñamo y cera
Albogues, duramente es repetido.
La selva se confunde, el mar se altera,
Rompe Tritón su caracol torcido,
Sordo huye el bajel a vela y remo:
¡Tal la música es de Polifemo!

13
Ninfa, de Doris hija, la más bella,
Adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
El terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
Lucientes ojos de su blanca pluma:
Si roca de cristal no es de Neptuno,
Pavón de Venus es, cisne de Juno.

14
Purpúreas rosas sobre Galatea
La Alba entre lilios cándidos deshoja:
Duda el Amor cuál más su color sea,
O púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, eritrea,
Émula vana. El ciego dios se enoja,
Y, condenado su esplendor, la deja
Pender en oro al nácar de su oreja.

15
Invidia de las ninfas, y cuidado
De cuantas honra el mar deidades, era;
Pompa del marinero niño alado
Que sin fanal conduce su venera.
Verde el cabello, el pecho no escamado,
Ronco sí, escucha a Glauco la ribera
Inducir a pisar la bella ingrata,
En carro de cristal, campos de plata.

16
Marino joven, las cerúleas sienes,
Del más tierno coral ciñe Palermo,
Rico de cuantos la agua engendra bienes,
Del Faro odioso al promontorio extremo;
Mas en la gracia igual, si en los desdenes
Perdonado algo más que Polifemo,
De la que, aún no le oyó, y, calzada plumas,
Tantas flores pisó como él espumas.

17
Huye la ninfa bella: y el marino
Amante nadador, ser bien quisiera,
Ya que no áspid a su pie divino,
Dorado pomo a su veloz carrera;
Mas, ¿cuál diente mortal, cuál metal fino
La fuga suspender podrá ligera
Que el desdén solicita? ¡Oh cuánto yerra
Delfin que sigue en agua corza en tierra!

18
Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
Copa es de Baco, huerto de Pomona:
Tanto de frutas ésta la enriquece,
Cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
A sus campañas Ceres no perdona,
De cuyas siempre fértiles espigas
Las provincias de Europa son hormigas.

19
A Pales su viciosa cumbre debe
Lo que a Ceres, y aún más, su vega llana;
Pues si en la una granos de oro llueve,
Copos nieva en la otra mil de lana.
De cuantos siegan oro, esquilan nieve,
O en pipas guardan la exprimida grana,
Bien sea religión, bien amor sea,
Deidad, aunque sin templo, es Galatea.

20
Sin aras, no: que el margen donde para
Del espumoso mar su pie ligero,
Al labrador, de sus primicias ara,
De sus esquilmos es al ganadero;
De la Copia a la tierra poco avara
El cuerno vierte el hortelano, entero,
Sobre la mimbre que tejió prolija,
Si artificiosa no, su honesta hija.

21
Arde la juventud, y los arados
Peinan las tierras que surcaron antes,
Mal conducidos, cuando no arrastrados,
De tardos bueyes cual su dueño errantes;
Sin pastor que los silbe, los ganados
Los crujidos ignoran resonantes
De las hondas, si en vez del pastor pobre
El céfiro no silba, o cruje el robre.

22
Mudo la noche el can, el día dormido
De cerro en cerro y sombra en sombra yace.
Bala el ganado; al mísero balido,
Nocturno el lobo de las sombras nace.
Cébase -y fiero deja humedecido
En sangre de una lo que la otra pace.
¡Revoca, Amor, los silbos, o a su dueño,
El silencio del can siga y el sueño!

23
La fugitiva Ninfa en tanto, donde
Hurta un laurel su tronco al Sol ardiente,
Tantos jazmines cuanta yerba esconde
La nieve de sus miembros da una fuente.
Dulce se queja, dulce le responde
Un ruiseñor a otro, y dulcemente
Al sueño da sus ojos la armonía,
Por no abrasar con tres soles el día.

24
Salamandria del Sol, vestido estrellas,
Latiendo el Can del cielo estaba, cuando
-Polvo el cabello, húmidas centellas,
Si no ardientes aljófares, sudando-
Llegó Acis, y de ambas luces bellas
Dulce Occidente viendo al sueño blando,
Su boca dio, y sus ojos, cuanto pudo,
Al sonoro cristal, al cristal mudo.

25
Era Acis un venablo de Cupido,
De un Fauno -medio hombre, medio fiera-,
En Simetis, hermosa Ninfa, habido;
Gloria del mar, honor de su ribera.
El bello imán, el ídolo dormido,
Que acero sigue, idólatra venera,
Rico de cuanto el huerto ofrece pobre,
Rinden las vacas y fomenta el robre.

26
El celestial humor recién cuajado
Que la almendra guardó, entre verde y seca,
En blanca mimbre se lo puso al lado
Y un copo, en verdes juncos, de manteca;
En breve corcho, pero bien labrado,
Un rubio hijo de una encina hueca,
Dulcísimo panal, a cuya cera
Su néctar vinculó la primavera.

27
Caluroso, al arroyo da las manos,
Y con ellas, las ondas a su frente,
Entre dos mirtos que -de espuma canos-,
Dos verdes garzas son de la corriente.
Vagas cortinas de volantes vanos
Corrió Favonio lisonjeramente,
A la de viento, cuando no sea cama
De frescas sombras, de menuda grama.

28
La Ninfa, pues, la sonora plata
Bullir sintió del arroyuelo apenas,
Cuando -a los verdes márgenes ingrata-
Seguir se hizo de sus azucenas.
Huyera... mas tan frío se desata
Un temor perezoso por sus venas,
Que a la precisa fuga, al presto vuelo
Grillos de nieve fue, plumas de hielo.

29
Fruta en mimbre halló, leche exprimida
En juncos, miel en corcho, mas sin dueño;
Si bien al dueño debe, agradecida,
Su deidad culta, venerado el sueño.
A la ausencia mil veces ofrecida,
Este de cortesía no pequeño
Indicio la dejó -aunque estatua helada-
Más discursiva y menos alterada.

30
No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda;
No a Sátiro lascivo, ni a otro feo
Morador de las selvas, cuya rienda
El sueño aflija, que aflojó el deseo.
El niño dios, entonces, de la venda,
Ostentación gloriosa, alto trofeo
Quiere que al árbol de su madre sea
El desdén hasta allí de Galatea.

31
Entre las ramas del que más se lava
En el arroyo, mirto levantado,
Carcaj de cristal hizo, si no aljaba,
Su blanco pecho de un arpón dorado.
El monstruo de rigor, la fiera brava
Mira la ofrenda ya con más cuidado,
Y aun siente que a su dueño sea devoto,
Confuso alcaide más, el verde soto.

32
Llamáralo, aunque muda; mas no sabe
El nombre articular que más querría,
Ni lo ha visto; si bien pincel suave
Lo ha bosquejado ya en su fantasía.
Al pie -no tanto ya, del temor, grave-
Fía su intento; y, tímida, en la umbría
Cama de campo y campo de batalla,
Fingiendo sueño al cauto garzón halla.

33
El bulto vio y, haciéndolo dormido,
Librada en un pie toda sobre él pende
-Urbana al sueño, bárbara al mentido
Retórico silencio que no entiende-:
No el ave reina, así el fragoso nido
Corona inmóvil, mientras no desciende
-Rayo con plumas- al milano pollo,
Que la eminencia abriga de un escollo,

34
Como la Ninfa bella -compitiendo
Con el garzón dormido en cortesía-
No sólo para, mas el dulce estruendo
Del lento arroyo enmudecer querría.
A pesar luego de las ramas, viendo
Colorido el bosquejo que ya había
En su imaginación Cupido hecho
Con el pincel que le clavó su pecho,

35
De sitio mejorada, atenta mira,
En la disposición robusta, aquello
Que. si por lo suave no la admira,
Es fuerza que la admire por lo bello.
Del casi tramontado Sol aspira
A los confusos rayos su cabello;
Flores su bozo es cuyas colores,
Como duerme la luz, niegan las flores.

36
(En la rústica greña yace oculto
El áspid del intonso prado ameno,
Antes que del peinado jardín culto
En el lascivo, regalado seno.)
En lo viril desata de su bulto
Lo más dulce el Amor de su veneno:
Bébelo Galatea, y da otro paso,
Por apurarle la ponzoña al vaso.

37
Acis -aún más, de aquello que dispensa
La brújula del sueño, vigilante-,
Alterada la Ninfa esté o suspensa,
Argos es siempre atento a su semblante,
Lince penetrador de lo que piensa,
Cíñalo bronce o múrelo diamante:
Que en sus Paladiones Amor ciego,
Sin romper muros introduce fuego.

38
El sueño de sus miembros sacudido,
Gallardo el joven la persona ostenta,
Y al marfil luego de sus pies rendido,
El coturno besar dorado intenta.
Menos ofende el rayo prevenido,
Al marinero, menos la tormenta
Prevista le turbó, o pronosticada:
Galatea lo diga, salteada.

39
Más agradable, y menos zahareña,
Al mancebo levanta venturoso,
Dulce ya conociéndole y risueña,
Paces no al sueño, treguas sí al reposo.
Lo cóncavo hacía de una peña
A un fresco sitial dosel umbroso,
Y verdes celosías unas yedras,
Trepando troncos y abrazando piedras.

40
Sobre una alfombra, que imitara en vano
El tiro sus matices -si bien era
De cuantas sedas ya hiló gusano
Y artífice tejió la Primavera-,
Reclinados, al mirto más lozano
Una y otra lasciva, si ligera,
Paloma se caló, cuyos gemidos
-Trompas de Amor- alteran sus oídos.

41
El ronco arrullo al joven solicita;
Mas, con desvíos Galatea suaves,
A su audacia los términos limita,
Y el aplauso al concento de las aves.
Entre las ondas y la fruta, imita
Acis al siempre ayuno en penas graves:
Que, en tanta gloria, infierno son no breve
Fugitivo cristal, pomos de nieve.

42
No a las palomas concedió Cupido
Juntar de sus dos picos los rubíes
Cuando al clavel el joven atrevido
Las dos hojas le chupa carmesíes.
Cuantas produce Pafo, engendra Gnido,
Negras víolas, blancos alhelíes,
Llueven sobre el que Amor quiere que sea
Tálamo de Acis y de Galatea.

43
Su aliento humo, sus relinchos fuego
-Si bien su freno espumas- ilustraba
Las columnas, Etón, que erigió el Griego,
Do el carro de la luz sus ruedas lava,
Cuando de amor el fiero jayán ciego,
La cerviz oprimió a una roca brava,
Que a la playa, de escollos no desnuda,
Linterna es ciega y atalaya muda.

44
Árbitro de montañas y ribera,
Aliento dio, en la cumbre de la roca,
A los albogues que agregó la cera,
El prodigioso fuelle de su boca;
La Ninfa los oyó, y ser más quisiera
Breve flor, yerba humilde y tierra poca,
Que de su nuevo tronco vid lasciva,
Muerta de amor, y de temor no viva.

45
Mas -cristalinos pámpanos sus brazos-
Amor la implica, si el temor la anuda,
Al infelice olmo, que pedazos
La segur de los celos hará, aguda.
Las cavernas en tanto, los ribazos
Que ha prevenido la zampoña ruda,
El trueno de la voz fulminó luego:
Referillo, Piéredes, os ruego.

46
«¡Oh bella Galatea, más süave
Que los claveles que tronchó la aurora;
Blanca más que las plumas de aquel ave
Que dulce muere y en las aguas mora;
Igual en pompa al pájaro que, grave,
Su manto azul de tantos ojos dora
Cuantas el celestial zafiro estrellas!
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!

47
»Deja las ondas, deja el rubio coro
De las hijas de Tetis, y el mar vea,
Cuando niega la luz un carro de oro,
Que en dos la restituye Galatea.
Pisa la arena, que en la arena adoro
Cuantas el blanco pie conchas platea,
Cuyo bello contacto puede hacerlas,
Sin concebir rocío, parir perlas.

48
»Sorda hija del mar, cuyas orejas
A mis gemidos son rocas al viento:
O dormida te hurten a mis quejas
Purpúreos troncos de corales ciento,
O al disonante número de almejas
-Marino, si agradable no, instrumento-,
Coros tejiendo estés, escucha un día
Mi voz, por dulce, cuando no por mía.

49
»Pastor soy, mas tan rico de ganados,
Que los valles impido más vacíos,
Los cerros desparezco levantados
Y los caudales seco de los ríos;
No los que, de sus ubres desatados,
O derribados de los ojos míos,
Leche corren y lágrimas; que iguales
En número a mis bienes son mis males.

50
»Sudando néctar, lambicando olores,
Senos que ignora aun la golosa cabra
Corchos me guardan, más que abeja flores
Liba inquïeta, ingenïosa labra;
Troncos me ofrecen árboles mayores,
Cuyos enjambres, o el abril los abra,
O los desate el mayo, ámbar distilan,
Y en ruecas de oro rayos del Sol hilan.

51
»Del Júpiter soy hijo, de las ondas,
Aunque pastor; si tu desdén no espera
A que el monarca de esas grutas hondas
En trono de cristal te abrace nuera,
Polifemo te llama, no te escondas,
Que tanto esposo admira la ribera
Cual otro no vio Febo más robusto,
Del perezoso Volga al Indo adusto.

52
»Sentado, a la alta palma no perdona
Su dulce fruto mi robusta mano;
En pie, sombra capaz es mi persona
De innumerables cabras el verano.
¿Qué mucho, si de nubes se corona
Por igualarme la montaña en vano,
Y en los cielos, desde esta roca, puedo
Escribir mis desdichas con el dedo?

53
»Marítimo Alción, roca eminente
Sobre sus huevos coronaba, el día
Que espejo de zafiro fue luciente
La playa azul de la persona mía;
Miréme, y lucir vi un sol en mi frente,
Cuando en el cielo un ojo se veía:
Neutra el agua dudaba a cuál fe preste:
O al cielo humano o al cíclope celeste.

54
»Registra en otras puertas el venado
Sus años, su cabeza colmilluda
La fiera, cuyo cerro levantado,
De helvecias picas es muralla aguda;
La humana suya el caminante errado
Dio ya a mi cueva, de piedad desnuda,
Albergue hoy por tu causa al peregrino,
Do halló reparo, si perdió camino.

55
»En tablas dividida, rica nave
Besó la playa miserablemente,
De cuantas vomitó riquezas grave,
Por las bocas del Nilo el Oriente.
Yugo aquel día, y yugo bien suave,
Del fiero mar a la sañuda frente
Imponiéndole estaba, si no al viento,
Dulcísimas coyundas mi instrumento,

56
»Cuando, entre globos de agua, entregar veo
A las arenas ligurina haya,
En cajas los aromas del Sabeo,
En cofres las riquezas de Cambaya:
Delicias de aquel mundo, ya trofeo
De Escila, que, ostentado en nuestra playa,
Lastimoso despojo fue dos días
A las que esta montaña engendra Harpías.

57
»Segunda tabla a un ginovés mi gruta
De su persona fue, de su hacienda:
La una reparada, la otra enjuta,
Relación del naufragio hizo horrenda.
Luciente paga de la mejor fruta
Que en yerbas se recline, en hilos penda,
Colmillo fue del animal que el Ganges
Sufrir muros le vio, romper falanges:

58
»Arco, digo, gentil, bruñida aljaba,
Obras ambas de artífice prolijo,
Y de Malaco rey a deidad Java
Alto don, según ya mi huésped dijo,
De aquél la mano, de ésta el hombro agrava;
Convencida la madre, imita al hijo:
Serás a un tiempo, en estos horizontes,
Venus del mar, Cupido de los montes».

59
Su horrenda voz, no su dolor interno
Cabras aquí le interrumpieron, cuantas
-Vagas el pie, sacrílegas el cuerno-
A Baco se atrevieron en sus plantas.
Mas, conculcado el pámpano más tierno
Viendo el fiero pastor, voces él tantas,
Y tantas despidió la honda piedras,
Que el muro penetraron de las yedras.

60
De los nudos, con esto, más suaves,
Los dulces dos amantes desatados,
Por duras guijas, por espinas graves
Solicitan el mar con pies alados:
Tal redimiendo de importunas aves
Incauto meseguero sus sembrados,
De liebres dirimió copia así amiga,
Que vario sexo unió y un surco abriga.

61
Viendo el fiero Jayán con paso mudo
Correr al mar la fugitiva nieve
(Que a tanta vista el Líbico desnudo
Registra el campo de su adarga breve)
Y al garzón viendo, cuantas mover pudo
Celoso trueno, antiguas hayas mueve:
Tal, antes que la opaca nube rompa
Previene rayo fulminante trompa.

62
Con violencia desgajó infinita
La mayor punta de la excelsa roca,
Que al joven, sobre quien la precipita,
Urna es mucha, pirámide no poca.
Con lágrimas la Ninfa solicita
Las deidades del mar, que Acis invoca:
Concurren todas, y el peñasco duro
La sangre que exprimió, cristal fue puro.

63
Sus miembros lastimosamente opresos
Del escollo fatal fueron apenas,
Que los pies de los árboles más gruesos
Calzó el líquido aljófar de sus venas.
Corriente plata al fin sus blancos huesos,
Lamiendo flores y argentando arenas,
A Doris llega que, con llanto pío,
Yerno lo saludó, lo aclamó río. 



 Poesia: Luis de Gongora y Argote (1561-1627) - Fábula de Polifemo y Galatea - Link 














jueves, 28 de marzo de 2013

Gedichte - Poesia: Gryphius. Andreas (Andreas Greif) - Glogau 2. 10. 1616 † ibíd. 16. 7. 1664 - Andenken eines auf der See ausgestandenen gefährlichen Sturms - Memoria de una peligrosa tempestad sufrida en el mar - Deutsche Español - Links





 Andenken eines auf der See ausgestandenen gefährlichen Sturms


O Gott! was rauhe Not! Wie schaumt die schwarze See
Uns sprützt ihr grünes Salz! Wie reißt der Zorn die Wellen
Durch nebelvolle Luft! Wie heult das wüste Bellen
Der tollen Stürm uns an! Die Klippe kracht von Weh.

Wir fliegen durch die Nacht und stürzen von der Höh
In den getrennten Grund. Die often Stöße fällen
Den halbzuknickten Mast; die schwache Seiten prellen
Auf die gespitzte Klipp. O Himmel, ich vergeh!

Der dicke Querbaum bricht und schlägt den Umgang ein;
Das Segel flattert fort; der Schiffer steht allein
Und kann noch Bootsmann mehr, noch Seil, noch Ruder zwingen.

Wir missen Glas, Kompaß und Tag und Stern und Nacht;
Tot war ich vor dem Tod. Doch Herr! du hasts gemacht,
Daß ich dir lebend und errettet Lob kann singen.
   


Memoria de una peligrosa tempestad sufrida en el
mar



¡Qué encrespado pesar, Dios! ¡Cuán negro espuma el mar
y lanza verde sal! ¡Cómo la ira rompe en la ola
por aire y bruma! ¡Cuán cruel nos ladra y tremola
furia la tempestad! Dolor la roca al chirriar.

Surcamos la noche y vamos de lo alto a dar
a fracción abisal. Cada ráfaga cabriola
sobre el mástil rajado; los costados viola
la aguda roca, endebles. ¡Cielos, he de expirar!

La rota botavara hunde la crujía;
vuela la vela; solo, el capitán no podría
dominar contramaestre, jarcias ni timón.

Sin día, noche, brújula, estrella, catalejo:
muerto antes de la muerte. ¡Señor! por ti es que dejo,
vivo y salvo, oír de alabanza una canción.



Thränen des Vaterlandes

Anno 1636

Wir sind doch nunmehr gantz / ja mehr denn gantz verheeret!
Der frechen Völcker Schaar / die rasende Posaun
Das vom Blutt fette Schwerdt / die donnernde Carthaun /
Hat aller Schweiß / und Fleiß / und Vorrath auffgezehret.

Die Türme stehn in Glutt / die Kirch ist umgekehret.
Das Rathauß ligt im Grauß / die Starcken sind zerhaun /
Die Jungfern sind geschänd´t / und wo wir hin nur schaun
Ist Feuer / Pest / und Tod / der Hertz und Geist durchfähret.

Hir durch die Schantz und Stadt / rinnt allzeit frisches Blutt.
Dreymal sind schon sechs Jahr / als unser Ströme Flutt /
Von Leichen fast verstopfft / sich langsam fort gedrungen

Doch schweig ich noch von dem / was ärger als der Tod /
Was grimmer denn die Pest / und Glutt und Hungersnoth
Das auch der Seelen Schatz / so vilen abgezwungen.



Lágrimas de la patria

Anno 1636

¡Estamos por entero, y aún más que aniquilados!
Las huestes arrogantes, el clarín rabioso,
el cañón tonante, de sangre el sable untuoso,
acopio, afán, sudor han de todos agotado!

Nuestras torres en llamas, volteada la iglesia.
El Cabildo en ruinas, los héroes están batidos,
mancilladas las vírgenes, y alcanza el sentido
sólo el fuego y la peste, donde la muerte arrecia.

Por foso y cïudad siempre sangre fresca fluye.
Tres veces ya seis años el agua ha que huye
en los torrentes, lenta, de cadáveres ahíta.

Y callo que la muerte aquello aún más feroz,
que la peste y la hambruna y las llamas más atroz:
que a tantos el tesoro del alma se les quita.




Gedichte - Poesia: Gryphius. Andreas (Andreas Greif) - Glogau 2. 10. 1616 † ibíd. 16. 7. 1664 - Andenken eines auf der See ausgestandenen gefährlichen Sturms - Memoria de una peligrosa tempestad sufrida en el mar - Deutsche Español - Links





Angelus Silesius (Johann Scheffler)

Andreas Gryphius:

Bertolt Brecht

Christian Hofmann von Hofmannswaldau:

Daniel Casper von Lohenstein (1635-1683)

Friedrich Hölderlin

Friedrich von Logau

Gottlob Friedrich Wilhelm Juncke

Gryphius, Andreas (Andreas Greif)

Heinrich von Morungen

Johannes Bobrowski

Kurt Tucholsky

Paul Fleming

Robert Roberthin:

Simon Dach

Walther von der Vogelweide