viernes, 26 de abril de 2013

Estrategia: El Arte de la Estrategia - Confucio - Parte 2 - Tercer Libro Clasico - Links

Tercer Libro Clásico

Si el hombre sabio observa una conducta displicente, no inspirará respeto; si se limita a estudiar, sus conocimientos no serán profundos. Debéis ser siempre sinceros, fieles y actuar con buena fe. No entabléis amistad con personas de virtud o conocimientos inferiores a los vuestros. Si tenéis algún defecto, procurad corregirlo.
La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y comprensión hacia todos.
Se puede calificar de " hombre superior " el que primero pone en práctica sus ideas, y después predica a los demás lo que él ya realiza.
La verdadera ciencia consiste en conocer que se sabe lo que realmente se sabe, y que se ignora lo que en verdad se ignora. En esto consiste la verdadera sabiduría.
Aprende a escuchar sin descanso para disipar tus dudas; mire tus palabras, para que nada de lo que digas sea superfluo; sólo de este modo lograrás evitar todo error. Obsérvalo todo, para prevenir los daños que pudiera ocasionarte una insuficiente información. Controla tus acciones, y así no tendrás que arrepentirte con frecuencia de ellas. En cuanto hayas conseguido que tus palabras sean normalmente rectas, y no debas arrepentirte con frecuencia de tus acciones, serás digno del cargo que ocupas.
Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía.
El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior.
Los hombres ambicionan las riquezas y los honores, pero si no es posible obtenerlos por medios honestos y rectos, deben renunciar a estos bienes. Los hombres huyen de la pobreza y de las injurias, pero, si no pueden evitarse por caminos honestos y rectos es preciso aceptar estos males.
Los defectos y faltas de los hombres dan a conocer su verdadera valía. Si examinamos con atención las faltas de un hombre, llegaremos a conocer si su bondad es sincera o fingida.
Observad a los sabios para comprobar si vosotros poseéis sus virtudes. Observad también a los perversos para meditar en vuestro interior si estáis libres de sus defectos.
Los que controlan en todo momento sus actos, raras veces se desvían del camino recto.
Una virtud nunca puede subsistir aislada; siempre ha de hallarse protegida por otras virtudes.
El hombre prudente es parco en el hablar pero activo en el obrar
Cuando empecé a tratar con los hombres, escuchaba sus palabras y confiaba en que sus acciones se ajustarían a las mismas. Ahora, al tratar con los hombres, escucho sus palabras y al propio tiempo observo sus acciones.
No he conocido a ningún hombre que obrara siempre de acuerdo con sus principios. Yo no hago a los demás lo que no quisiera que ellos hicieran conmigo.
El que sabe mantener un porte digno aun cuando se halla entre sus amigos, conseguirá que sus más íntimos amigos sientan un gran respeto hacia él.



Lo único que yo ambiciono y deseo es no caer en la necesidad de vanagloriarme por mis virtudes y por mi inteligencia, y no pregonar mis buenas acciones.
Un hombre digno debe ayudar a los necesitados, pero no aumentar los bienes de los ricos.
Es mejor amar la verdad que el frío conocimiento de la misma; es mejor complacerse en la práctica de la verdad, que el simple amor hacia ella.
Estaría dispuesto a ejercer cualquier oficio si con él pudiera obtener grandes riquezas por medios honrados; si por el contrario, para enriquecerse debiera emplear medios deshonestos, preferiría seguir en la pobreza dedicándome a mis actividades favoritas.
No he hallado todavía ningún hombre santo; como máximo sólo he logrado conocer a algún hombre sabio. No comprendo cómo puede haber hombres que actúen sin saber lo que hacen.
Quienes son pródigos en exceso y se entregan al lujo, fácilmente se vuelven orgullosos.
Cuando el hombre se halla cerca de la muerte, sus palabras son sinceras y veraces.
Es posible lograr que el pueblo siga al hombre bueno, pero nunca se le podrá forzar a que le comprenda.
En general los hombres aman más la belleza corporal que la virtud.
Cuando uno no ha alcanzado todavía la perfección en el servicio de los hombres, ¿Cómo es posible que sea digno de servir a los espíritus?
¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿Cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte?
Tan malo es pasar de la medida como no alcanzarla.
En público, compórtate siempre como si estuvieras ante un personaje muy distinguido; cuando debas dar alguna orden al pueblo, muestra el mismo respeto y dignidad como si estuvieras ofreciendo el gran sacrificio. No quieras para los demás lo que no quisieras para ti.
El hombre bondadoso es mesurado al hablar. El hombre noble es el que nunca siente pesar ni temor. Sólo el que cuando se examina en su interior no encuentra nada malo puede verse libre de todo pesar y de todo temor.
Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes.
Buscar ante todo la rectitud de nuestras palabras, y ajustar luego nuestra conducta a ellas. Obrar siempre de acuerdo con la justicia, para perfeccionarnos cada día en su realización. Las inquietudes interiores provienen de desear la vida de quienes se ama, mientras que se desea la muerte de aquellos a quienes se odia, ya que ello es como desear al mismo tiempo la vida y la muerte de alguien. El hombre perfecto no pone su máxima aspiración en las riquezas.
Reflexionar con calma antes de adoptar ninguna determinación, no cansarse nunca de obrar el bien, y tratar cada asunto según convenga.
Lo primero que debe mirar el jefe es que su conducta sea sencilla, recta y justa en todo momento; de tener siempre en cuenta los consejos de los demás hombres, ha de controlar en todo momento sus propios actos, y nunca debe mandar despóticamente.
El medio más eficaz para combatir nuestros vicios y malas inclinaciones consiste en no combatir los vicios y malas inclinaciones de los demás antes de haber eliminado los propios.
¿En qué consiste la bondad? En amar a todos los hombres. ¿En qué consiste la ciencia? En conocer a los hombres. El noble no expresa nunca su parecer sobre las cosas que no comprende. Busca la máxima precisión en sus palabras; esto es lo más importante.
Si quien gobierna no es justo, aunque ordene que se practique la justicia no será obedecido.
Cuando el pueblo es tan numeroso, ¿Qué puede hacerse en su bien? Hacerlo rico y feliz. Y cuando sea rico ¿Qué más puede hacerse por él? Educarlo.
Quien se controla a sí mismo y por el bien, no tendrá dificultad alguna para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás hombres.
¿Cuál es la esencia de un buen gobierno? No resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho.
Si todos los habitantes de nuestra aldea sienten afecto hacia un hombre, ¿Qué debemos opinar de él? Este hecho no resulta suficiente para emitir un juicio sobre dicho hombre.
El hombre vulgar es vano y orgulloso, aun cuando su posición no sea elevada. Se halla muy cerca de la perfección el hombre que es constante, paciente, humilde y mesurado en el hablar.
Deben imponerse castigos cuando convenga. La fidelidad no es contraria a una justa corrección.
El que habla en exceso y sin cordura raras veces pone en práctica lo que dice. El hombre noble nunca teme que sus palabras superen a sus obras.
No debe afligirnos el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres.
La prudencia aconseja no indignarse cuando los hombres nos engañan, no entristecerse cuando son infieles. El hombre prudente prevé siempre estas eventualidades.
El que de niño no ha respetado a sus hermanos ni a sus padres, en la edad madura no ha hecho nada provechoso, y al llegar la vejez no ha muerto, es un hombre despreciable.
¿Qué es lo más importante para alcanzar una conducta correcta? Ser sincero en todo momento y mantener siempre la palabra dada. Procurar que aún el menor gesto refleje la dignidad interior, y no cometer ninguna acción asombrosa. Si obras así, tu conducta será admirada en todos los lugares, aún entre los pueblos bárbaros. Por el contrario, si no eres sincero, si faltas a tus promesas, si tus gestos no son dignos o tus acciones son deshonrosas, tu conducta será despreciada tanto en una ciudad de 10.000 familias como en un villorrio de 35 vecinos.
El hombre que no medita y obra con precipitación, no podrá evitar grandes fracasos.
No he hallado a nadie que amase las virtudes con la misma intensidad con que se ama la belleza corporal.
Sed rígidos con vosotros mismos, pero condescendientes con los demás. De este modo os veréis libres de toda envidia y resentimiento.
El hombre que no examina cada día en su interior lo que debe hacer, lo que debe imitar, lo que debe aconsejar, y lo que debe reprochar, no hará nada bueno en su vida.
Cuando permanecen muchas personas reunidas durante todo un día, no todo lo que se comenta es justo y equitativo. Es muy frecuente se hable sobre cosas vulgares y que abunden las conversaciones necias.




El noble no da crédito a las palabras por la sola autoridad de quien las pronuncia; tampoco rechaza la verdad aunque provenga de una persona ignorante.
La inconstancia y la impaciencia destruyen los más elevados propósitos.
Cuando la muchedumbre desprecia a alguien, debéis examinar con objetividad su conducta antes de emitir vuestra opinión. También cuando la multitud aclama a alguien, es preciso contemplar con imparcialidad sus obras antes de aprobarlas.
El hombre puede ensalzar las excelencias de la virtud, pero la virtud no puede proporcionar prosperidad y fama al hombre.
Sólo puede ser calificado como " vicioso " el que comete un acto deshonroso y no se corrige.
El noble sólo busca la verdad y no se aferra con ciega obstinación a su criterio.
Transmitid la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías.
Las palabras han de expresar con fidelidad nuestro pensamiento.
Los ministros de un príncipe virtuoso deben evitar tres faltas: la petulancia, consistente en hablar cuando nadie les ha pedido su opinión; la timidez, que consisten no atreverse a expresar su opinión cuando se les invita a ello; y la imprudencia, que consiste en hablar sin haber observado antes el estado de ánimo del príncipe.
Sólo los hombres de profunda inteligencia y los necios de mente más obtusa permanecen invariables.
Si se mata una gallina, ¿Para qué utilizar un cuchillo, que sirve para matar bueyes?
Si respetáis vuestra propia persona y a todos nuestros semejantes, nadie podrá despreciaros; si sois generosos, os ganaréis el afecto del pueblo; si sois sinceros, nadie desconfiará de vosotros; si todos vuestros actos os aproximan al bien, vuestro mérito será grande; el amor a los hombres es la mejor arma para gobernar con eficacia.
Aún las profesiones más humildes son dignas de respeto.
Puede calificarse como " amante del estudio " quien cada día adquiere un conocimiento nuevo, y cada mes retiene lo que ha aprendido.
No os avergoncéis de preguntar para resolver vuestras dudas, y meditad las respuestas que os hayan sido dadas.
Los hombres viciosos procuran disimular sus faltas con apariencias de honradez.
Basta una sola palabra acertada del noble para que se le considere entendido sobre una cosa, pero también basta que cometa un solo error para que se diga que no sabe nada. Por consiguiente, el noble debe vigilar mucho sus palabras.
El buen gobernante debe ser generoso sin caer en la prodigalidad; debe cobrar los impuestos suficientes para llevar una vida digna, sin caer en la codicia; su porte debe ser digno y grave, sin dejarse llevar por una vana ostentación; debe tener autoridad, sin que su mando sea despótico; debe exigir con cautela la colaboración del pueblo en los trabajos públicos, para no suscitar su resentimiento.
Realizar cuanto sea para el bien común, ¿No es ésta la mejor forma de generosidad? Desear únicamente las riquezas necesarias para la práctica de las virtudes propias de su dignidad, ¿Puede esto llamarse "codicia?" Si sus propiedades particulares no son demasiado grandes ni demasiado pequeñas, si se ocupa de los asuntos que no son ni muy importantes ni muy insignificantes, si se mantiene a cierta distancia de los hombres sin despreciar a nadie, ¿No es esto la dignidad exenta de orgullo? Si cuida su aspecto exterior, si es equilibrado y ecuánime en todos sus actos, el pueblo entero lo respetará sin experimentar temor, ¿No consiste en esto la autoridad libre de despotismo? Si sólo utiliza el trabajo de los súbditos para realizar lo que es razonablemente necesario, ¿Quién podrá experimentar resentimiento?
Los cuatro vicios relativos al gobierno son los siguientes: no instruir al pueblo y ocultarse la verdad, lo cual recibe el nombre de " tiranía "; exigir una conducta perfecta a todos los ciudadanos sin informarles previamente sus obligaciones, lo que recibe el nombre de " opresión "; no tener prisa en dar las órdenes y pretender luego que se cumplan en el acto, lo que representa una grave injusticia; buscar siempre el propio provecho, lo que recibe el nombre " egoísmo ". 



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Music: Terry Riley - Remember This - Crucifixion Voices - Music with echoes of Lamaism - Musica con ecos del Lamaismo - Bio data




Terry Riley - Remember This




Terry Riley Crucifixion Voices


Music: Terry Riley - Remember This - Crucifixion Voices  - Bio data

Music with echoes of Lamaism


Terry Riley - Wikipedia, la enciclopedia libre

es.wikipedia.org/wiki/Terry_Riley
Terry Riley (Colfax, California, 24 de Junio de 1935) es un compositor musical estadounidense asociado al minimalismo.

Terry Riley - Wikipedia, the free encyclopedia

en.wikipedia.org/wiki/Terry_RileyTraducir esta página
Terrence Mitchell Riley (born June 24, 1935) is an American composer and performing musician intrinsically associated with the minimalist school of Western ...
 
 

NASA: US - Hot and Cold in the Arizona Desert - 26.04.13

Hot and Cold in the Arizona Desert
natural-color
acquired March 31, 2013 download large natural-color image (12 MB, JPEG, 7811x7321)
Hot and Cold in the Arizona Desert
thermal infrared
acquired March 31, 2013 download large thermal infrared image (4 MB, JPEG, 7811x7321)
Phoenix has a well-deserved reputation for being one of the hottest cities in the United States. With temperatures that routinely spike above 100°F (37.8°C), this Arizona city has the highest average daily maximum air temperatures of any in the country.
But that’s not to say the land surface temperatures in this sun-drenched city are universally hot. (Read this story for an explanation of how land surface temperatures and air temperatures differ.) Variations in surface temperatures are not visible in the natural-color image above (top), but they are the predominant feature of the thermal infrared image (bottom). The thermal image, based on data collected by the Thermal Infrared Sensor (TIRS), shows how much heat was radiating from various parts of the surface. Cooler areas appear darker; warmer areas are brighter.
Both images were acquired by the Landsat Data Continuity Mission, an Earth-observing satellite that launched from Vandenberg Air Force Base in February 2013. Buildings, roads, and other urban infrastructure appear gray in the natural-color image. The Phoenix metropolitan area has grown rapidly over the past decade, bringing development into parched landscapes of the Sonoran Desert. The city is now home to more than 1.4 million people, making it the sixth largest in the United States.
Supporting such a large population in an area that receives just 8 inches (200 mm) of rain per year requires careful management of water resources. Some key parts of the water distribution system are visible in the natural color image. Theodore Roosevelt Lake and a series of lakes are in the upper corner of the image. These link to the Salt River, a critical conduit for irrigation and human consumption. In the lower part of the image, an area dense with agricultural fields offers a vivid example of how irrigation can create an oasis of green in the midst of the desert.
As seen in the thermal image, the presence of water has a strong impact on land surface temperatures. Bodies of standing water are some of the coolest parts of the image. Likewise, the most heavily vegetated and irrigated areas are cooler than the surrounding landscape because water evaporating from the soil and transpiring from plant leaves absorbs energy that would otherwise go into warming the surface. The lack of vegetation in bare fields leaves those areas warm, while the upper parts of the Mazatzal Mountains are cool and moist enough to support forests.
One of the main reasons the TIRS instrument was flown on LDCM was because thermal measurements on predecessor instruments made it possible to calculate evapotranspiration rates, a key measure that water managers use to gauge how quickly a given area of land is losing water to the atmosphere.
Note that these images are considered engineering data—data that is helping scientists and engineers ensure that the satellite and its instruments are operating as designed. Once LDCM completes its check-out period and becomes fully operational for science, NASA will pass control of the satellite to the U.S. Geological Survey and LDCM will be re-named Landsat 8.
Read more about LDCM’s birthplaces—the locations in the United States where Landsat missions have been conceived, built, and controlled—by clicking here.
Images by Robert Simmon, using data from the U.S. Geological Survey and NASA. Caption by Adam Voiland.
Instrument: 
Landsat 8
NASA: US - Hot and Cold in the Arizona Desert - 26.04.13


Poesie - Poesia: Edmond Jabès (Egipto, 1912 - 1991) - Angoisse d'une seule fin - Angustia de un solo final - Bio links



Angoisse d'une seule fin

Être encore où l'on n'est plus
que cet "encore" à vivre.

Les mots de l'amitié précèdent,
toujours, l'amitié comme si
celle-ci, pour se manifester,
attendait d'être annoncée.

I.
Nous ne pouvons avoir une image
de nous-mêmes.
En avons-nous une d'autrui?
Sans doute, mais nous ne savons, jamais, hélas, si elle est la bonne.

Voir, comme on dirait "au revoir" à un
étranger, en le regardant partir.
Ce qui passe éclaire le passage.
Ce qui demeure, l'annule.

Ouvre mon nom.
Ouvre le livre.

Le bonheur que l'on éprouve à aimer n'est pas, forcément, lié à un amour heureux. Il est besoin d'amour.

Dans le miroir de ma salle de bain, je vis apparaître un visage qui aurait pu être le mien mais dont il me semblait découvrir, pour la première fois, les traits.

Visage d'un autre et, cependant, si familier.
Groupant mes souvenirs, je retrouvais, à travers lui, l'homme avec lequel on me
confound mais dont je suis seul à savoir que, de tout temps, il fut, pour moi, un étranger. Brusquement, le visage disparut et le miroir,
ayant perdu sa raison d'être, ne refléta plus que le pan de mur, lisse et blanc, qui lui faisai face.
Page de verre et page de pierre, dialoguant
entre elles, solitaires et complices.
Le livre n'a point d'origine.

Jeune est le monde au regard de l'éternité et
si vieux, au regard de l'instant.

Demande-t-on à une île qui elle est?
La mer la flatte et l'étourdit.
Un jour, elle l'engloutira.

Fixée à rien. Fixée à l'eau.

"Comment vois-tu la liberté? - demanda le
disciple à son maître. "Telles, puet-être, deux ailes téméraires se
débattant, au ciel, désespérément contre le vent", répondit le maître.
Et il ajouta : "Reste à savoir, cependant, si --
comme tu l'as supposé aussi -- ces ailes sont bien celles d'un frêle oiseau de passage."
"Et si elles n'etaient pas les ailes du frêle oiseau? -- reprit le disciple.
"Plus juste -- dit, alors, le maître -- serait la comparison.
"L'image de la liberté serait le vent."

Chaque vérité œuvre pour sa vérité.
Modeste contribution à la Vérité universelle.
Notre foi en elle, la soutient.

...toutes ces petites vérités qui viennent miner l'idée que nous pourrions avoir d'une véritée unique.
-- Ce sont des fourmis -- pensais-je -- creu-
sant, imperturbables, leurs trous.

D'un écrou de mouvement, ne fais pas un
écrou de serrage.

"La vérité n'existe pas afin de permettre, sans
doute, à nos vérités d'exister," disait-il.
Et il ajoutait : "Le soleil une fois couché, dans
le vide espace céleste, scintillent, pour nos yeux levés, des myriades d'étoiles.
Ô solitude de chacune d'elles."

Nous errons dans la mort, éclairés par nos
vérités insistantes.

Immuable et juste est la loi. Moins sûre d'elle-
même, la justice.

Impossible à cerner est, peut-être, la Vérité.
S'efforcer de l'exprimer, c'est, souvent, faire
fausse route.
Déloyal, malgré lui, est le premier mot.

La vérité comme voie et non point comme voix?
Je crois. Je trace.
Lumière. Lumière.

"La vérité est un mot imprononçable," disait-il.

N'entrave pas la libre envolée de l'idée. Tu
serais le premier à regretter l'inconséquence de
ton geste.

L'âme est sans retenue.

Le moineau ignore le chien mais il prend garde au chat.

L'oeil rivé à la montre, tremblante attente. Chaque déplacement de l'aiguille te fait
sursauter, car elle te remet en question.
Si capricieux est le futur. Il nous surpendra

toujours. Attendre quoi, sinon la mort? Et nous la redoutons.
Attendre, peut-être, l'oubli de la mort.

Dieu n'est pas dans la réponse. Comme le diamant dans ses reflets, Il est dans la
miroitante question.

Chaque battement du coeur est ponctuelle
réponse de la mort à la question angoissée du
coeur et réponse évasive de la vie à l'énigmatique question de la mort.

Le corps est sans projets, sans futur; ceux-ci
étant rêves et désires de l'instant qui le modele.

Construis ce qui s'abîme. Instruis ce qui s'érige.

Si, hier, je n'étais pas là, porquoi m'inquiéter
de savoir si je serai là demain?
Et comment, aujourd'hui, attester ma présence parmi vous, si je suis incapable d'en fournir la preuve?

Il disait : "Se méfier des idées qui ont pris
plusieurs chemins. Pour les retrouver, on ne sait plus lequel emprunter.
"L'idée ne vient pas a nous. Nous allons a elle,
comme on retourne à la source qui nous a
abreuvés."

Le monde est petit, si petit que, de lui, le
monde fait une bouchée.

II.
"Croître en riens.
"Léger. Léger."
disait-il.
-- De quels riens s'agit-
il? -- lui demanda, un
jour, un disciple.
Et le sage répondit : "L'esprit vise, chaque fois, plus loin. Ô vertigineuse poussée vers le haut; mais qu'est-ce que le haut, sinon le perpétuel reniement du bas?"
Et il ajouta : "En bas, il n'y avait rien et là-haut, il n'y a rien mais entre filtre la lumiere."

Toute clarté est dans la pensée.

Le jour tu fondes. La nuit, tu doutes.

Pour sa gloire, la mémoire inventa le temps
sans s'apercevoir que le temps était, déjà,
mémoire d'éternité.

Le miroir ne reflete, de nous, qu'une seule
image, celle qu'il a retenue et qu'il nous révele.
L'épreuve par soustractions.

On ne peut lire qu'un mot à la fois.

Ce qui nage a l'âge de l'eau.
Ce qui respire a l'âge de l'air.
Ce qui s'estompe a l'âge du temps.

Soucieux d'attirer, sur lui, notre attention, quel recours a le corps souffrant, sinon d'exhiber, pour nous, des images de sa souffrance?
Mais l'âme?
L'âme douloureuse n'a, de soi, aucune image à proposer.
Elle est ce qui fait souffrir, mais souffre toute seule.

Apres en avoir été ébloui, le jet d'eau, progressivement, perd jusqu'à la notion de sa convaincante puissance.
Il n'est plus, dans sa fierté bafouée, que forces domestiquées, au service de l'homme.
Ô tristesse insoupçonnée des longs fleuves impavides.

Crapauds et jardinages: misere du diamant.
Ne demande pas, à l'océan, de t'indiquer la route.
Pose, plutôt, la question au roseau qui l'a perdue.

Comme on jauge une source, évaluer le débit de sa parole.
La réduire pour ne pas la tarir.

Il disait : "Un bruit de vinaigre." Cela m'a
paru, au début, curieux puis je me suis, peu à
peu, habitué à cette expression sans, toutefois, la comprendre mieux.
"Ne m'arrive-t-il pas, quelquefois, de dire :
"Un silence d'huile?"
Et il ajoutait :
"Les images, souvent, ne sont parlantes que pour ceux qui les emploient."
L'âme et le corps sont la proie des mêmes maladies.

Le jour est malade d'images.
Folie. Folie.
La nuit, malade d'oublis.

Il n'y a de vrai silence qu'aux tréfonds inexplorés des signes.

L'hiver a recouvert de neige ma plume.
La page blanche est de glace. Les mots si jeunes, déjà condamnés.
Ah n'écrire, n'écrire qu'avec de mots ressuscités. N'avoir affaire qu'aux mots de la plus haute saison.
Lumineux.

Ne pas voir. Ne pas savoir. Etre.
Aller au bout, puis plonger. élu.

"Il ne faut jamais laisser réfléchir les malades
-- écrivait ironiquement un sage.
"Pour eux, la maladie prime sur tout le reste.
Et c'est le contraire de la sagesse.
"Un malade n'a-t-il pas, récemment, sombré
dans la démence à force de se croire, réellement, malade?
"C'est qu'il souffrait, sans le savoir, d'une autre maladie."

On ne meurt que d'une mort : celle à laquelle on ne s'attendait pas.
Une flamme ne suffit point à la gloire de l'incendie.

Il s'aperçut, en vieillissant, qu'une question,
pour lui, prenait, chaque jour, plus d'importance: comment ne pas vieillir?
Mais il se trompait de question, celle qu'il
aurait dû se poser est la suivante : comment, de la sagesse, conserver toute la jeunesse?

Le rien est plus audacieux que le tout.



Angustia de un solo final
Ser todavía, allí donde ya no nos queda más que ese «todavía» por vivir.

Las palabras de la amistad preceden siempre a la amistad, como si ésta, para manifestarse, esperara a ser anunciada.

I.
No podemos tener una imagen de nosotros mismos.
¿La tenemos de los demás?
Probablemente, pero no sabemos nunca, por desgra­cia, si es la correcta.

Ver de la misma manera que decimos «Hasta más ver» a un extranjero al que miramos marcharse.
Lo que pasa alumbra el paso.
Lo que permanece, lo anula.

Abre mi nombre.
Abre el libro.

La felicidad que sentimos al amar no está forzosa­mente unida a un amor feliz.
Es necesidad de amor.

En el espejo de mi cuarto de baño vi aparecer un rostro que hubiera podido ser el mío, pero cuyos rasgos me parecía descubrir por primera vez.
Rostro de otro y, sin embargo, tan familiar.
Juntando mis recuerdos, encontraba a través de él al hombre con el que me confunden, pero del que soy el único en saber que, desde siempre, fue para mí un extranjero.
De repente el rostro desapareció y el espejo, perdida razón de ser, ya no reflejó sino el trozo de pared, liso y blanco, que se encontraba enfrente.
Página de cristal y página de piedra, dialogando entre sí, solitarias y cómplices.
El libro no tiene origen.

Joven es el mundo respecto a la eternidad, y muy vie­jo respecto al instante.

¿Acaso preguntamos a una isla quién es?
El mar la adula y la aturde.
Un día la engullirá.

Fijada a nada. Fijada al agua.

«¿Cómo ves la libertad? —preguntó el discípulo a su maestro.

«Tal vez como dos alas temerarias que, en el cielo, luchan desesperadamente contra el viento», contestó el maestro.
Y añadió: «Sin embargo, habrá que ver si, como tú también habrás supuesto, esas alas son efectivamente las de una frágil ave de paso».
«Y si no fueran las alas de la frágil ave? —siguió el discípulo.
«Más acertada -dijo entonces el maestro- sería la comparación.
«La imagen de la libertad sería el viento».

Cada verdad obra en pos de su verdad.
Modesta contribución a la Verdad universal.
Nuestra fe en ella la sostiene.

... todas esas pequeñas verdades que vienen a minar h idea que podríamos tener de una verdad única.
—Son hormigas —pensaba yo— cavando, imperturbables, sus agujeros.

De una tuerca de movimiento no hagas una tuerca de cierre.

«La verdad no existe para permitir, quizá, que nuestras verdades existan», decía él.

Y añadía: «Una vez que el sol se ha puesto, en el vacío espacio celeste centellean, para nuestros ojos alzados, miríadas de estrellas.
Oh soledad de cada una de ellas.»

Vagamos en la muerte, alumbrados por nuestras ver­dades insistentes.

Inmutable y justa es la ley. Menos segura de sí mis­ma, la justicia.

Imposible de abarcar es, tal vez, la Verdad.
Esforzarse por expresarla es, a menudo, equivocar el rumbo.
Desleal, a pesar suyo, es la primera palabra.

¿La verdad como vía y no como voz?
Yo creo. Yo trazo.
Luz. Luz.

«La verdad es una palabra impronunciable», decía él.

No le pongas trabas al libre vuelo de la idea. Serías el primero en lamentar la inconsecuencia de tu gesto.

El alma se desata.

El gorrión ignora al perro pero se cuida del gato.

El ojo clavado en el reloj, temblorosa espera. Cada desplaazamiento de la aguja te sobresalta, porque te vuelve a cuestionar.
Así de caprichoso es el futuro. Siempre nos sorprenderá.

¿Esperar qué, sino la muerte? Y la tememos.
Esperar, tal vez, el olvido de la muerte.

Dios no está en la respuesta. Como el diamante en sus reflejos, Él está en la pregunta espejeante.

Cada latido del corazón es una respuesta puntual de la muerte a la pregunta angustiada del corazón y una res­puesta evasiva de la vida a la enigmática pregunta de la muerte.

El cuerpo no tiene proyectos, ni futuro, pues éstos son sueños y deseos del instante que lo moldea.

Construye lo que se desmorona. Instruye lo que se erige.

Si ayer yo no estaba, ¿por qué preocuparme por saber si estaré mañana?
¿Y cómo acreditar hoy mi presencia entre vosotros si no soy capaz de aportar ninguna prueba de ello?

Él decía: «Hay que desconfiar de las ideas que han tomado varios caminos. Para recuperarlas, ya no se sabe cuál de ellos seguir.

«La idea no viene a nosotros. Nosotros vamos a ella, de la misma manera que volvemos a la fuente que nos dio de beber.»

El mundo es pequeño, tan pequeño que el mundo se lo traga de un bocado.

Versión de Maryse Privat

Edmond Jabès (Egipto, 1912 - 1991)




Poesie - Poesia: Edmond Jabès (Egipto, 1912 - 1991) - Angoisse d'une seule fin - Angustia de un solo final - Bio links

Edmond Jabès - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Edmond Jabès (El Cairo, 1912–París, 1991) fue un escritor judío conocido por haberse convertido en una de las figuras literarias más famosas en lengua ...

Edmond Jabès - Wikipedia, the free encyclopedia

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Edmond Jabès was a Jewish writer and poet, and one of the best known literary figures to write in French after World War II. Contents. 1 Life; 2 Works; 3 Selected ...