Great Grey Owl, Wyoming
Luisa Mercedes Levinson
Auto-epitafio que escribe para una edición de editorial Celtia:
"Luisa Mercedes Levinson, tejedora maldita
de las pálidas rosas que flotan en los ríos,
de los organilleros con islas de vacío
y de los Julio Riestra fantasmas de
¿Por qué nos amarraste con hilos de derrota?
Los nocturnos Felipes en la casa habitada
por ecos de la nada.
El búho con su sombra urde las profecías:
la noche está en el día, / la sangre, adolescente
el tiempo y su estigma es caliente, caliente.
Mas ya nos alejamos, tejedora maldita
que nunca tejió un suéter. Igual que Federica.
Úrsula está llegando con su ahorcado: jocundos
te darán un concierto, volarán por los mundos.
Hoy tus personajes de islas sumergidas
irrumpen a la vida.
¡Cuidado, Úrsula llega! Ya sale de su tríptico
montada a Zelofonte (un personaje mítico).
Y mientras tú te pudres en pasadizos crípticos
nos vamos de parranda del brazo de los críticos".
Suertes de la vida y caminos cruzados del caminante. Un día hace muchos pero muchos años un amigo me invita a ir a tomar el té a la casa de Luisa Mercedes Levinson y Willie Klapembach.
Pasamos toda una tarde charlando sobre vida y literatura, escuché mucho, era muy joven.
Unos de los ojos y las miradas más particulares de nuestro amado país, potente, incisiva, sensual, humorosa, gentil.
Casa habitada por búhos, reina o princesa de los búhos de Buenos Aires, misterio y visión se le mezclaban en el aire y la mirada.
Fue una plena tarde de la suerte en una casa de una esquina del barrio de Belgrano. Cada vez que paso por esa esquina me da un anhelo de entrar nuevamente y de verdad que lo hago, pues a las cuadras de pasar es que me recupero de aquél que fui en ese lugar tan bello gracias a dos anfitriones extraordinarios y al amigo Demián, por supuesto.
Ricardo marcenado
28 de septiembre de 2009
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