martes, 8 de diciembre de 2009

Poesía: Alkalay-Gut Karen - Maneras de Amar: Monólogos




Maneras de amar: Monólogos
I
"Hay muchas maneras de amar",
dice el profesor con una mancha de nacimiento
sobre la mitad de su cara.
Cuando camina por un lado
es casi bien parecido,
cuando se vuelve a la izquierda
queda al descubierto la cicatriz roja
y un monstruo conduce la clase.
"Después de la guerra trabajé en una sala aislada
para veteranos: había un hombrecillo
con neurosis de guerra, nervioso, gay, que poco le
faltaba
para ser un gran catatónico, y necesitaba una manera
de obtener atención. Un día comenzó
a sentarse cerca de él en las comidas y a arrojar
leche en su muslo. Fue un buen intento,
pero el catatónico no captó el simbolismo".
Miro en torno a mí en medio de la exposición.
Soy la única que no se ríe.
El profesor camina de un lado a otro.
II
Hubo días en que se quedaba acostada en cama
imaginándose una enfermedad seria, algo
que lo hiciera sentirse culpable,
correr junto a su lecho. Entonces
se daría cuenta de cuánto...
Pero incluso en ese punto ella
no podía seguir con la fantasía:
no era un hombre estándar,
nunca seguiría
un guión estándar. "Oh,
dulce amante, por eso es que
soy tu esclavo,
porque no te inclinarías
ni siquiera ante trucos más drásticos".
III
En los días en que habían acordado encontrarse
a veces él despertaba de un sueño
en el que lo habían untado con miel
y no podía escapar de las moscas.
Por horas después se sorprendería a sí mismo
espantando insectos imaginarios.
Pero a ella le debía, decía, la oportunidad
de que le dijera qué había en su corazón.
Después de todo ella había planeado
todo para él, el lujosos apartamento,
el maravilloso empleo que siempre había aspirado tener,
la oportunidad de realizarse.
Y todo lo que ella aparentaba pedir a cambio
ahora que parecía indiferente a las caricias,
era su conversación.
Por qué estaba tan hambrienta de su presencia
era un acertijo -Dama- quería él gritarse
acabó. ¿No puedes dejarlo reposar?
IV
Un día, digo, descubriré de dónde
asciende esta inquietud. La dejaré ir
tan lejos como quiera caminar, ver el espacio
entre vínculos aceptados y encantados.
Mi corazón es atrapado como un convicto que se escapó.
Me conducen, cabizbajo, de nuevo a la propiedad.
V
"Estás seguro",
susurra ella en el ocaso
"¿No hay ninguna oportunidad para mí?"
Y yo, en la cocina,
blanco de harina y domesticidad,
me paro a contemplar su afinidad
antes de mover la cabeza.
VI
Cuántas maneras
hay, preguntas,
la tortuga que trata siempre
de avanzar incluso cuando pesadas rocas
bloquean tu camino. Cada una de las mujeres
que amaste podrían haberte traído dicha
si hubieses sabido sortear las rocas.
Algunas veces sólo la presión
de tu cabeza contra ellas
las hizo pasearse
como animales enjaulados
de un lado a otro.
VII
Con sólo un ojo
me miras siempre
en un ángulo
me volteas así y asá,
lo examinas todo.
Estamos en nuestro lecho conyugal compartido
gritando en unanimidad cacofónica.
Es tanto una muerte como un revivir,
y luego ruedas y te alejas,
invocas el nombre
de mi dios.

Traducción Oscar Aguilera

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