viernes, 22 de marzo de 2013

Poesia: Dylan Thomas - Poemas selectos - Parte 1 - Prologo del autor - Veo a los muchachos del verano - Trad. Elizabeth Azcona Cranwell - Bio links



PROLOGO DEL AUTOR

Este día que hoy devana ante Dios
el fin del verano apresurado
en el torrente del sol color salmón,
en mi casa que los mares sacuden
sobre un despeñadero
enredada entre fruta y gorjeos,
espuma, flauta, aleta y pluma,
ante la pezuña danzarina de un bosque
junto a las arenas espumosas con estrellas marinas
cruzadas por vendedoras de pescado
por flautistas y velas, coquillas y gaviotas,
y afuera el cuervo negro,
hombres con avíos de nubes
que se hincan ante los nidos del crepúsculo,
muchachos que tajean a los gansos
cercanos en el cielo,
y garzas, caracolas
que hablan los siete mares,
aguas eternas, lejos de las ciudades
con noches de nueve días
cuyas torres se enredaran
en el viento piadoso
como estacas de paja alta y seca,
ante la pobre paz yo canto
para vosotros, extranjeros,
(aunque la canción sea un acto
encrespado y ardiente,
con el fuego de los pájaros
en el bosque giratorio del mundo
por mis sonidos salpicados y dispersos
fuera de estas hojas con pulgares de mar
que han  de echarse a volar para caer
como las hojas de los árboles, tan pronto
como se desmoronen sin morirse,
al entrar en la noche sofocante.
Guardián del mar, el salmón sorbe los deslices del sol
y los cisnes mudos amoratan
mi penumbra que roció la bahía mientras yo acuchillo
a este alboroto de las formas,
para que sepas tú como yo, un hombre giratorio
reverencio también a la estrella y al pájaro estruendoso,
al mar nacido y al hombre desgarrado y a la sangre bendita.
Oye: en este sitio soplo la trompeta
desde el pez hasta el  cerro saltarín.
Mira: construyo mi barca que desciende
hasta lo mas alto de mi amor
cuando el  diluvio empieza
fuera del manantial del miedo, de la candente ira del hombre que está vivo,
fluido y montañoso brota
sobre las granjas vacías blanco-oveja
que duermen heridas por el sueño
hacia Gales en mis brazos.
¡Oh, guárdate en un castillo
tu, rey de las tonadas de los búhos,
que iluminas de luna las carreras aladas
y zambulles al ciervo muerto
envuelto en pieles de cañada!
¡Hola, en armaduras plúmbeas
oh mi anillada paloma torcaz
en la ululante oscuridad cercana
con la corneja reverente de Gales,
arrulla la alabanza de los bosques
la que aluna sus notas azules desde el nido
hasta la grey de pájaros acuáticos!
¡Alto, cofradía festiva,
ágape, con el pesar en vuestros picos
sobre los cabos parloteantes!
¡Ay a caballo del cerro
la veloz liebre macho!
que oye en esta luz de zorro
el estruendo del diluvio en mi barca
mientras rompo y destruyo
(un choque de yunques
para mi alboroto y mi violín
esta tonada sobre un hongo esponjoso)
todo menos los animales gruesos como ladrones
sobre las rudas y confusas tierras del Señor
(¡Salud a la raza de Sus bestias!)
¡las bestias que duermen flacas y bondadosas,
chito, en los bosques que abultan como cerdos!
¡Cloquean las huecas granjas de las parvas
y se aferran al tropel de las aguas!
Oh, el reino de vecinos aleteante
caído y desplumado, destella en mi barca remendada
y la luz de la luna se bebió a Noé en la bahía
con pellejo y escamas y vellones;
solo las ahogadas campanas profundas
de ovejas y de iglesias
resuenan por la pobre paz cuando el sol cae
y las tinieblas cubren todos los campos benditos.
¡Cabalgaremos solitarios y entonces
bajo las estrellas de Gales
han   de llorar multitudes  de  barcas!
A través de las tierras con párpados acuáticos,
guarecidas con sus amores
ellas irán de una colina a otra
como boscosas islas.
¡Hola, mi paloma de proa con su flauta!
¡Salve, viejo zorro con tus patas de mar,
picaflor  y jilguero!
Mi barca canta al sol
al final del verano por Dios apresurado
y el diluvio comienza a florecer.
 



VEO A LOS MUCHACHOS DEL VERANO

I

Veo a los muchachos del verano en su ruina
convertir en eriales los dorados rastrojos,
desdeñar las cosechas y congelar los suelos;
y allí, en su ardor, el invernal diluvio
de amores escarchados, persiguen a las niñas,
y echan en sus mareas los sacos de manzanas.

Los muchachos de luz en su locura, coagulan lo que tocan,
agrian la miel hirviente;
hurguetean los muñecos de escarcha en las colmenas;
allí en el sol, frígidas hebras
de oscuridad y duda, ellos nutren sus nervios
y el signo de la luna, nada es en sus vacíos.

Veo a los muchachos del verano en el vientre materno
rasgar hacia la luz la atmósfera del útero,
dividir noche y día con pulgares de duende;
allí, desde lo hondo, con sombras seccionadas
de sol y luna ellos pintan sus dársenas
mientras les pinta el sol los cascos de la frente.

Sé que de estos muchachos han de surgir hombres de nada
hechos por la transformación de las semillas,
o han de lisiar el aire saltando de sus llamas,
desde sus corazones, cuando el pulso candente
del amor y la luz estalle en sus gargantas.
Oh, ved el pulso del verano en el hielo.

II

Pero las estaciones deben ser desafiadas o se tambalearán
en algún cuarto de hora repicante
donde, como una puntual muerte hacemos tintinear las estrellas;
esa noche en que el invierno soñoliento
les tira de la negra lengua a las campanas
y no se atreven a chistar siquiera
los vientos de la luna y de la medianoche.

Somos los oscuros negadores, exorcicemos a la muerte
en la mujer colmada de verano,
arrojemos la vida musculosa de los amantes que se crispan,
y de los muertos limpios que hace fluir el mar
echemos al gusano de ojos brillantes en la linterna de Davy,
y del vientre preñado quitemos el muñeco de paja.

Nosotros, muchachos del verano en esta red de cuatro vientos,
verdes por el hierro de las algas,
levantemos al bullicioso mar y arrojemos sus pájaros,
alcemos la bola del mundo llena de olas y espuma
para ahogar los desiertos con sus mareas
y trenzar los jardines del condado.

En primavera ornamentamos nuestra frente.
Vivan las bayas y la sangre,
y crucificamos a los alegres señores en los árboles;
Aquí el húmedo músculo del amor se aja y muere,
aquí estalla un beso en una cantera sin amor,
Oh ved en los muchachos los polos de la promesa.

III

Yo os veo, muchachos del verano, en vuestra ruina.
El hombre en el desierto de su larva.
Y los muchachos son plenos y ajenos en la bolsa.
Soy el hombre que vuestro padre fue.
Somos hijos del pedernal y de la brea.
Oh, ved cómo se besan los polos que se cruzan.


Traducción de Elizabeth Azcona Cranwell



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Dylan Thomas - Wikipedia, la enciclopedia libre

es.wikipedia.org/wiki/Dylan_Thomas
Dylan Marlais Thomas (Swansea, Gales, 27 de octubre de 1914 – † Nueva York,9 de noviembre de 1953) fue un poeta, escritor de cuentos y dramaturgo galés.

Dylan Thomas - Wikipedia, the free encyclopedia

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Dylan Marlais Thomas (27 October 1914 – 9 November 1953) was a Welsh poet and writer whose works include the poems, "Do not go gentle into that good ...


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