Ayer justamente estaba en la esquina de mi casa hablando con un chancho, claro, imagínense la situación, el chancho estaba totalmente paranoico, tenía terror que un humano le contagiase que la peste esa que tiene ese nombre tan fino que a ellos no les gusta, porcino, ¿qué porcino ni porcina?. Entonces pasa un patrullero, venía el negro Caporales, el agente Benítez y el comisario de la primera Heriberto Casualidades, casualmente pasaban por supuesto, ¡quién va a ser tan loco de denunciar un chancho que habla!, ¿no le parece?, ¿usted que haría?, que no va y sale el brazo del comisario por la ventanilla y siguiendo casi parando, lo que parecía una carta se me convierte en un filtro de papel para cafetera: “¡Tomá, ponésela al chancho! Me gritó alejándose. El chancho me miró con bronca, no me calenté porque era un chancho amable, ¿Quién soy yo para ponerle en la trompa a un pobre chancho cuando soy yo el que tengo la gripe? Al otro día vino un malón de gente, una horda, lo transmitieron en directo, ¡Hay que ver como lincharon al chancho!
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