viernes, 4 de diciembre de 2009

Ricardo Marcenaro bitácora. Pasivos Sujetos De Los Objetos - La Lámpara


Me mira la lámpara, presta su ojo sin párpado, teclas puedo ver, mis dedos puedo ver, escucho lo que me dicen a un costado, sin embargo, ésta luz prestada me está avisando que la mano me será retirada.


Va corriendo la mano por el escritorio, se oculta tras la lámpara que está a un clic de fenecer, un abismo de pestañas, un bosque de puntas que limó el día. Ella ha de dormir, soñará mis sueños y al levantarme, en un clic: las cuentas.




Corre la mano por la almohada para despertarme, pero no estoy ahí, un cadáver, un envase vacío chupado por un huracán de ilusiones que plantó su boca sobre mis ojos aspirando tan fuerte que sin vísceras me he quedado. Sabemos que estamos despiertos porque las vísceras nos duelen, lo sé.


Por fin la mano me despierta y jalándome me lleva a la lámpara dorada, sus palmas del desierto describen la letra invisible sobre la arena que corre y corre a su eterno lamento de cristales y cenizas, enrojecida de atardecer, alma de océanos en supuración perfecta.

A la arena no le duele nada, ni se duele, solo le gusta la música, su eco muriendo con uno, su espera.




Años hace ya que no me resisto, totalmente inundado de mí, por suspenso, apoderado, tomado, conectado, médium de no sé qué.


Soy El Perro Solitario, un vapor, una condensación con señales que no gime más de lo necesario y ríe con la luna. Yo festejo.


Huesos exquisitos y perfectos me muestra la lámpara a un clic, una caricia breve con un apretón. Tierras nuevas. Nada más.

RM.


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