miércoles, 19 de agosto de 2009

Poesía: Oliverio Girondo. Pedestre - ricardo marcenaro photo



En el fondo de la calle, un edificio público aspira el mal

olor de la ciudad.


Las sombras se quiebran el espinazo en los umbrales, se

acuestan para fornicar en la vereda.


Con un brazo prendido a la pared, un farol apagado tiene

la visión convexa de la gente que pasa en automóvil.


Las miradas de los transeúntes ensucian las cosas que se

exhiben en los escaparates, adelgazan las piernas que

cuelgan bajo las capotas de las victorias.


Junto al cordón de la vereda un quiosco acaba de

tragarse una mujer.

Pasa: una inglesa idéntica a un farol. Un tranvía que es

un colegio sobre ruedas. Un perro fracasado, con ojos de

prostituta que nos da vergüenza mirarlo y dejarlo pasar.




De repente: el vigilante de la esquina detiene de un golpe

de batuta todos los estremecimientos de la ciudad, para que

se oiga en un solo susurro, el susurro de todos los senos al

rozarse.




Oliverio Girondo

Buenos Aires, agosto, 1920.


ricardo marcenaro foto

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