viernes, 30 de octubre de 2009

Poesía: Blake. William. Cantares de Experiencia. Parte 2. Cantar de la Niñera - La Mosca - El Tigre

Cantar de la Niñera


Cuando las voces de los niños se oyen

en el prado

y los susurros colman el valle,

los días de mi juventud afloran en mi

recuerdo,

y mi rostro empalidece, verdoso.

Venid pues al hogar, mis niñitos, que el

sol se puso

y se alza el rocío de la noche;

se diluyen en juegos vuestros días y

primaveras,

y en disfraces vuestras noches

e inviernos.


La Mosca


Pequeña mosca,

tu jugueteó veraniego

fue truncado

por mi descuidada mano.

¿No soy yo

una mosca como tú?

¿O no eres tú

un hombre como yo?

Porque bailo

y bebo, y canto

hasta que alguna mano ciega

me barre el ala.

Si el pensamiento es vida,

fortaleza y aliento;

y la carencia

de pensamiento es muerte;

entonces yo soy

una mosca feliz,

ya vivo, ya muerto.


El Tigre


Tigre, tigre, que ardes brillante

en los bosques de la noche:

¿qué mano u ojo inmortal

pudo delinear tu tremenda simetría?

¿En qué profundidades o cielos

distantes

ardió el incendio de tus ojos?

¿Con qué alas se atreve su aspiración?

¿Cuál es la mano que osa atrapar tal

fuego?

¿Y cuál escápula, cuál arte pudo

entrelazar las fibras de tu corazón?

Y cuando tu corazón comenzó a latir

¿qué mano tremenda, qué pies

tremendos?

¿Cuál es el martillo, cuál es la cadena?

¿En cuál horno se forjó tu cerebro?

¿En qué yunque? ¿Qué terrible garra

se animó a asegurar sus mortíferos

terrores?

Cuando las estrellas dispararon sus

dardos

y regaron el cielo con sus lágrimas:

¿sonrió Él al ver su obra?

¿El que hizo al Cordero fue quien

te hizo?

Tigre, tigre que ardes brillante

en los bosques de la noche:

¿qué mano u ojo inmortal se atrevió

a delinear tu tremenda simetría?



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