miércoles, 23 de diciembre de 2009

Poesía: Rimbaud Arthur - Poesías escolares - Yugurta - Obras Completas - Parte 4






4
YUGURTA19

La Providencia es causa de que,
algunas veces, el mismo hombre reaparezca
en siglos diferentes.
BALZAC, Cartas.

I
Ha nacido en las colinas de Arabia 20 un niño enorme, y el aura leve ha dicho:
«¡Éste es el nieto de Yugurta!...»
Hacía poco tiempo que había desaparecido por los aires aquel que pronto sería
para la patria y para el pueblo árabe Yugurta,
cuando una sombra apareció sobre el niño, ante la mirada atónita de los padres
––la sombra de Yugurta,
narrando su vida y profiriendo este oráculo:
«¡Oh patria mía! ¡oh tierra defendida por mis trabajos!...»
e, interrumpida momentáneamente por el céfiro, se calló un momento...
«Roma, impura morada antaño de numerosos ladrones, rompió, malvada, sus muros
angostos y se expandió por sus alrededores, encadenando los contornos vecinos:
abrazó con lazos apretados el orbe y lo hizo suyo.
Muchos pueblos no quisieron rechazar el yugo fatal;
y los que cogieron las armas derramaban su sangre a porfia, pero sin resultados
para la libertad de su patria.
Más grande que los obstáculos, Roma destrozaba pueblos, cuando no se aliaba
con sus ciudades.
Ha nacido en las colinas de Arabia un niño enorme, y el aura ligera ha dicho: «Éste
es el nieto de Yugurta...»
«Yo mismo creí que este pueblo tenía sentimientos generosos,
pero cuando fui mayor y pude ver esta nación de cerca,
¡una gran herida apareció bajo su enorme pecho!...
––¡un veneno siniestro se había diluido por sus miembros: la sed fatal del oro!
Toda ella estaba levantada en armas...
¡Y esta ciudad meretriz reinaba sobre el orbe entero!
Contra esta reina, contra Roma, decidí luchar,
despreciando el pueblo al que toda la tierra obedece!...»
Ha nacido en las colinas de Arabia un niño enorme, y el aura ligera ha dicho:
«¡Éste es el nieto de Yugurta!...»
«Pues, cuando Roma decidió inmiscuirse en los consejos de Yugurta,
para apoderarse, de manera imperceptible y con engaños, de mi patria,
tomé conciencia de las cadenas amenazantes y decidí enfrentarme a Roma,
¡experimentando los profundos dolores de un corazón angustiado!
¡Oh pueblo sublime!, ¡mis guerreros!, ¡muchedumbre santa!
Y aquélla, la reina arrogante, gloria del orbe, aquélla, se derrumbó ––se derrumbó,
embriagada por mis dones.
¡Cómo nos hemos reído, nosotros, Númidas21, con la ciudad de Roma!
El bárbaro Yugurta estaba en todas las bocas:
¡Nadie podía oponerse a los Númidas!...
Ha nacido en las colinas de Arabia un niño enorme, y el aura ligera ha dicho:
«¡Éste es el nieto de Yugurta...!»
¡Ése soy yo, el Númida, llamado a adentrarme, con valor, en el territorio de los
Romanos, hasta la Ciudad!
Asenté un golpe en su orgullosa frente, despreciando sus tropas mercenarias.
Y este pueblo se levantó en armas, durante tanto tiempo olvidadas:
yo no he dejado la espada: no tenía ninguna esperanza de triunfar... ¡pero al menos
podía competir con Roma!
Opuse ríos, opuse rocas a los batallones de Rómulo22:
ora luchan por las arenas de Libia,
ora combaten por los castros altísimos de las cumbres:
a veces tiñen con su sangre derramada mis campiñas;
¡y se quedan desconcertados ante un enemigo tenaz que desconocen...!»
Ha nacido en las colinas de Arabia un niño enorme, y el aura ligera dice: «¡Éste
es el nieto de Yugurta!...»
«Tal vez hubiera vencido, al fin, a los escuadrones enemigos...
Mas, la perfidia de Bocchio... 23 ––Para qué revolver más el asunto?
Contento, abandoné la patria y el poder del reino,
contento, por haberle aplicado a Roma el golpe del rebelde.
Pero he aquí que aparece un nuevo vencedor del campeador de los Arabes, ¡Galia!
..24.
Tú, hijo mío25, si infringes el destino cruel, tú serás el vengador de la Patria...
¡Pueblos subyugados, tomad las armas!...
¡Que en vuestros pechos dominados renazca el valor primitivo!
¡Blandid de nuevo las espadas y, acordándoos de Yugurta, repeled a los vencedores!
¡Ofreced vuestra sangre derramada a la patria!
¡Que emerjan en medio de la guerra los leones de Arabia, desgarrando con sus
dientes vengadores a las huestes enemigas!
¡Y tú, crece, niño! ¡Favorezca la fortuna tus trabajos
y que el Galo no deshonre ya las costas árabes!...»
––¡Y el niño jugaba con su corva espada!..26.

II
¡Napoleón!27... ¡Oh, Napoleón!... El nuevo Yugurta ha sido vencido...
Vencido, languidece en una indigna cárcel28.
Y he aquí que Yugurta se le aparece de nuevo, en la sombra, al guerrero
y con su plácida boca susurra estas palabras:
«¡Ríndete, tú, hijo mío, al nuevo Dios. Que ya no existan más disputas!
Ahora nace una era mejor...
La Galia va a romper tus cadenas y verás la prosperidad del Árabe, alegre, bajo el
Galo vencedor 29.
Acepta la alianza de un pueblo generoso...–– grande, de pronto, gracias a un país
sacerdote y jurado de la Justicia....
Ama de corazón a tu abuelo Yugurta... acuérdate siempre de su destino:

III
¡Pues es el genio de las orillas árabes el que se te aparece!...»

2 de julio de 1869
RIMBAUD JEAN-NICOLAS-ARTHUR
(Externo del colegio de Charleville)

19 El poema arranca, como ejercicio escolar, de las Guerras de Yugurta, con el recuerdo de Salustio:
fuerza épica, capacidad de recreación física de los personajes, concisión; pero el joven poeta
de quince años modula la narración adoptando el ritmo de la balada, con la repetición de un estribillo,
lo que le da al poema una dinámica circular, muy propia del futuro poeta en francés. El
poema va mucho más allá que el modelo propuesto: el joven poeta ve en las guerras de Yugurta
un presagio de las guerras entre Francia y los países del norte de África: la historia mitificada le
da la mano a la historia contemporánea; una gran osadía que nos hace pensar en ese poeta del
compromiso histórico que fue siempre Rimbaud.
Observemos cómo, a partir de la segunda parte, el tema antiguo cobra una actualidad sorprendente.
Llama la atención la inmersión del poema en la historia más candente: la conquista y la colonización
de Argelia por los franceses, durante todo el siglo XIX; empresa en la que el padre de
Rimbaud desempeñó un papel importante, más administrativo que militar. Pero llama también
la atención la valentía con la que el poeta se enfrenta a las conquistas injustas de los pueblos por
pueblos más poderosos, aunque este último aspecto se vea atenuado por el final del poema, apelando
a la labor colonizadora de los franceses.
Un poema que podía ser un insignificante juego escolar se convierte así en un punto de referencia
básico de la poética de Rimbaud: cierta conciencia política de la poesía que lo llevará a tratar
muy a menudo temas de candente actualidad; denuncia de la injusticia; poder fascinador que
ejerce Africa sobre la imaginación del poeta, no ajena a su destino final: comerciante y explorador
francés en Africa; sin olvidar ––y ello es sorprendente–– una secreta admiración por la labor
del padre, ya ausente para siempre de la casa familiar.
20 Tratándose de la futura Argelia, sorprende ese proceso metonímico, en función de Arabia y de
las costas y pueblos árabes que invaden todo el poema. ¿Fijación imaginaria, de origen libresco,
en el país lejano que será horizonte de su destino final, simple y cómoda sinécdoque para referirse
a los países dominados por el islam?
21 Pueblos del interior de la antigua Argelia, que los romanos sólo conquistaron en segunda instancia.
22 Prefiero recuperar el nombre del mítico fundador de Roma a emplear el adjetivo romuldino
(«batallones romuldinos») o a dejar de lado la dimensión mítica que tanto le interesa al joven
Rimbaud, traduciendo, simplemente, los batallones de los romanos.
23 Rey de Mauritania, suegro de Yugurta (presente en el texto de Salustío).
24 La traducción francesa que podemos considerar más extendida, la de la edición de La Pléiade,
traduce Galia por Francia. Sin dejar de reconocer que, en el siglo XIX, La Galia no existe, preferimos
respetar la intención de Rimbaud cuando introduce una situación histórica contemporánea en el contexto épico ––por consiguiente distanciado, respecto del lector–– de las antiguas
guerras. Comprendemos que los franceses quieran mitificar Francia y sus bondades colonizadoras,
pero...
25 Abd-el-Kader, el jefe númida que se enfrenta a las tropas francesas.
26 El poeta piensa, sin duda, en la cimitarra; el juego de la escritura en latín le obliga a emplear
una expresión que, en las lenguas romances, puede resultar torpe.
27 Se trata, sin lugar a dudas, de Napoleón III, presente en la poesía de Rimbaud desde los poemas
latinos. Sólo se puede hablar de conquista de Argelia por los franceses a partir de 1830, pudiéndose
dar por concluida en 1847 (salvo las rebeliones de Kabilia y las ampliaciones de la conquista
hacia el sur). Estas fechas coinciden con la presencia del padre del poeta en la nueva colonia.
28 En el castillo de Amboise, del que será liberado en 1852.
29 Aceptación indirecta de la misión del padre del poeta (integrado en la misión colonizadora de
Francia), y que no es sino un anuncio de la experiencia colonizadora que Rimbaud llevará a cabo
en Arabia, paralelamente a sus esfuerzos para hacer dinero como comerciante; experiencia
de la que se conservan proyectos y memorias remitidas a las autoridades

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