domingo, 6 de diciembre de 2009

Ricardo Marcenaro bitácora. Había una vez...

Había una vez un Ricardito que miraba al jardín.



A veces una foto que parecía criminal le mostraba los animalitos que tenía sobre el halo.



Entonces miró al cielo a ver que veía, en el cielo siempre está pasando algo.

Miro a través de un ojo que hace la palmera y el cedro azul, tres capas de cielo.

Los tres estados Ricardito. Calor mental, calor espiritual, calor físico.



Saludó a la dalia que inclinada ha por el día saludó ha por mí y la vida.



El michijú Paikijú atento con la antena de atrás y adelante custodiando piso. Miren qué cosas maravillosas pasan en este cuento!

Caminos despejados amigo, caminos abiertos, pasos.



Tres que son cuatro, tres que son cuatro, cuadraturas, triángulos, posiciones celestiales.

Entonces Ricardito anotaba en su libreta tiqui quete tácate.

Cosía, enhebraba, veía qué ver. Transparencias reenfocadas. Pelar. Despojar. Recibir.



Saltos, escalera, anuncio.



Primera capa: la cruz del sur.

Segunda capa: la escuadra.

Tercera capa: lo paralelo, el fuego, el marco y un secreto.

Cuarta capa: el triángulo solar, una convergencia estelar, el ciervo, lo veo, el cuarto es secreto también.



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